Sin la presencia de la oposición y con el reconocimiento de un desanimo social, el presidente Enrique Peña Nieto cruzó la mitad de su mandato y se fijó un objetivo para los próximos tres años: sacudirse las crisis de su gobierno y garantizar que las reformas estructurales sean su legado.
“Mi responsabilidad como Presidente de la República es avanzar sin dividir; reformar sin excluir; transformar sin destruir”, dijo Peña Nieto ante la élite política y empresarial congregada en Palacio Nacional, a quienes advirtió que “no habrá improvisaciones” y en lo que resta de su administración seguirá en la ruta de consolidar las reformas aprobadas.
El mensaje del Tercer Informe inició en las redes sociales, el Presidente transmitió los preparativos por Periscope y un incidente con la Banda Presidencial, al casi dejarla caer, causó miles de reacciones entre los usuarios de Twitter y Facebook.
Ya en el patio central de Palacio Nacional, que se habilitó como set de televisión, el mandatario inició su discurso con una autocrítica y dedicó unos segundos a las dos situaciones que más han calado en su gobierno: la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa y la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán.
“Nuestro país se vio profundamente lastimado por una serie de casos y sucesos lamentables. Los hechos ocurridos en Iguala o la fuga de un penal de alta seguridad, nos recuerdan situaciones de violencia, crimen o debilidad del Estado de Derecho”, aseguró.
Antes de comparecer con una andanada de cifras, Peña Nieto habló de casos de corrupción que han rozado a su gobierno. “Lastiman e indignan a la sociedad”, pero no dijo más.
Al Presidente le tomó una hora y 52 minutos informar sobre el estado que guarda la nación en seguridad, economía, educación, política social. Cientos de cifras que, a su juicio, reflejan “que estamos cumpliendo con el proyecto de cambio con rumbo al que me comprometí”.
Durante la lectura presidencial hubo 21 momentos de ovación: las menciones al trabajo de las Fuerzas Armadas, la liberación del Instituto de Educación de Oaxaca del magisterio disidente y las promesas de “apretarse el cinturón” fueron lo más aplaudido.
La palabra narcotráfico estuvo ausente del mensaje de Peña Nieto, a la seguridad y violencia hizo referencia en escuetas ocasiones; en contraste, la palabra más mencionada fue reformas.
La familia presidencial estuvo en primera fila. Enfundado en traje negro y corbata gris, Peña Nieto le agradeció a su esposa, hijos y su mamá por el apoyo.
Las ausencias más notorias fueron la de los líderes de los partidos de oposición, que en los pasados dos informes habían acudido. Para esta ocasión Ricardo Anaya, del PAN, y Carlos Navarrete, del PRD, declinaron la invitación.
Luego de emitir las cifras de sus tres años de gestión, el Presidente lanzó un nuevo decálogo, el séptimo de su sexenio, con el cual pretende relanzar la segunda mitad de su gobierno y apoyarse de los empresarios para consolidar las reformas estructurales y recuperar la confianza porque “la ciudadanía está molesta e indignada”.