Hubo una época en la que se gastaba una mediana cantidad de dinero para contratar a jóvenes futbolistas cuyo fichaje ofrecía dos perspectivas: por un lado, gran futuro deportivo, por la progresión que se les intuía; por otro, posibilidades de un buen negocio, si el muchacho se convertía en estrella y posteriormente era vendido incluso más caro.

 

Justo el tipo de traspasos en los que se han especializado los dos gigantes portugueses, Oporto y Benfica, con balances financieros positivos en cientos de millones de euros.

 

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Sin embargo, muchos clubes grandes han entrado a ese festival de una manera diferente: al desembolsar el Manchester United casi 60 millones de dólares a cambio del adolescente francés Anthony Martial, refuta de manera poderosa esa posición. Dos años atrás fue comprado por el Mónaco a cambio de seis millones de dólares y desde entonces ha crecido mucho, aunque de ninguna forma como para justificar tan exponencial alza en su cotización.

 

Nunca un futbolista menor de 20 años había implicado una cifra de esa dimensión. Lo más cercano se ha dado este mismo verano, en la misma ciudad de Manchester sólo que con el City, que pagó 75 millones de dólares por un atacante ligeramente menos joven, como lo es Raheem Sterling.

 

Los dos fichajes suscitan similar nivel de dudas, aunque Sterling tiene a su favor que ya ha mostrado cierta brillantez en la Liga Premier, al tiempo que Martial podrá presumir que todavía no se le conoce el verdadero nivel de su potencial y acaso el United ha acertado quedándose con el mayor talento de su generación.

 

Hasta hace un par de meses, el francés estaba valuado en algo menos de 10 millones de dólares. Fue el empecinamiento de los red devils lo que hizo explotar su precio.

 

Grandes prospectos juveniles que quedaron en eso, hay muchos: Freddy Adu, quien fuera considerado en Estados Unidos como futuro rey del balón o nuevo Pelé; Nicolás Anelka, quien tuvo una buena carrera pero de ninguna forma como se pensó cuando brincó de Arsenal a Real Madrid; Royson Drenthe, quien apuntaba a ser el mejor lateral del planeta; Robinho, quien estaba llamado a encabezar al futbol brasileño. En todos estos casos se invirtieron muchísimos millones a cambio del futuro que no llegó.

 

Ahora el United se ha aferrado a este muchacho que enfrentará desde ya una presión especial. No es el camino natural, aunque el Mónaco se ha encontrado con un negocio cuya magnitud no calculaba.

 

En Old Trafford intentará seguir el molde de Wayne Rooney, traído muy joven del Everton, o de Cristiano Ronaldo, que arribara desde el Sporting de Lisboa. El primero, ha dejado un increíble legado futbolístico muy cerca de convertirse en máximo goleador histórico de la institución; el segundo ganó todos los trofeos y dejó mucho dinero en caja a su salida.

 

Por donde se le vea, una apuesta arriesgada, porque por cada uno que trascendió a esa altura hubo decenas que fracasaron en el intento.

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