ANKARA. Un guardia costero turco toma nota. Un niño con pantalón azul y zapatos negros sin calcetines yace en la orilla de la playa, boca abajo, sin vida. Una imagen que cuesta olvidar y que ilustra la realidad que enfrentan miles de familias que huyen de la miseria que la guerra provoca en sus países de origen en busca de una costa segura.
Al menos doce refugiados sirios, de los que cinco eran niños, han muerto ahogados esta al intentar alcanzar la isla griega de Kos desde la costa de Turquía en dos barcos.
Los dos barcos, con un total de 23 personas a bordo, habían partido por separado de la zona de Akyarlar de la península de Bodrum, dijo un funcionario naval turco de alto nivel.
Una de las lanchas salió de Aspat, cerca de Bodrum, en el suroeste de Turquía, con 16 refugiados sirios a bordo, y se hundió antes de alcanzar la isla de Kos. Según los primeros datos, al menos ocho refugiados murieron en el accidente. La guardia costera turca pudo rescatar a cuatro personas con vida y sigue buscando a cinco desaparecidos.
En la misma zona se hundió otra barca que había partido de Alihoca, también cerca de Bodrum, con seis personas a bordo, de las que cuatro -una mujer y tres niños- murieron. Las otras dos personas lograron alcanzar la costa gracias a que llevaban chalecos salvavidas.
Entre enero y julio, las patrullas turcas salvaron a 20 mil 65 refugiados indocumentados en 629 operaciones en las aguas turcas del Egeo, y detuvieron a 42 personas por tráfico ilícito de personas.
Para frenar la llegada masiva de refugiados en su frontera con Turquía, Bulgaria anunció que avanza en la construcción de un tramo de 20 kilómetros de longitud de una valla alambrada y calcula que la mitad de ella estará instalada antes del próximo invierno. Las autoridades afirman que se ha duplicado el número de inmigrantes respecto al año pasado.
Mientras tanto, en Budapest, donde el caos se ha apoderado de la estación de Keleti, donde en los últimos días miles de migrantes han partido en ferrocarril a con destino a Europa Occidental, centenares de refugiados protestaron por segundo día con gritos de “Libertad, libertad” para solicitar que les dejen embarcar, mientras que miles de húngaros clamaron en la calle contra la política migratoria del gobierno.
Unas cuatro mil personas convocadas por la red de ayuda a los refugiados Migration Aid se manifestaron contra las políticas de mano dura del gobierno conservador húngaro.
El lema de la convocatoria era “No en mi nombre” y criticaba la batería de propuestas legales -que se empezará a debatir mañana en el Parlamento- que fija penas de tres años de cárcel por entrar de forma ilegal en el país y permite la movilización del Ejército en la vigilancia de la frontera.
El caos reinante en los alrededores de Keleti y la desesperación de más de un millar de fatigadas personas que duermen al raso, con apenas unas mantas o cartones sobre el suelo, se ha convertido en el último símbolo de una crisis migratoria que ha desbordado a Europa.
Para paliar la situación, el Ayuntamiento de Budapest anunció la construcción de un espacio para mil personas con servicios básicos en las cercanías de la estación.
Este nuevo espacio garantizará servicios de salud, agua potable y carpas para dormir, “pero no será un campamento para refugiados”, señaló la alcaldía en un comunicado.
Más de 35 mil inmigrantes y refugiados han llegado a Europa en lo que va de 2015, cruzando el Mediterráneo para llegar a Italia o Grecia, según la Organización Internacional para las Migraciones.