Cincuenta segundos. Ese es el tiempo extra con el que cuentan los habitantes de Ciudad de México para evitar una tragedia semejante a la del devastador terremoto del 19 de septiembre de 1985, gracias a un moderno sistema de alerta que dispara una cuenta atrás antes de un temblor.
“Son 50 segundos que vamos a tener los que vivimos en Ciudad de México para tomar acciones en dos sentidos: ir al punto de menos riesgo o hacer la evacuación“, explicó a Efe Fausto Lugo, director de Protección Civil de la Ciudad de México, una semana antes de que se cumpla el 30 aniversario del terremoto.
El aviso proviene de los sensores en la costa del océano Pacífico que se activan al detectar el primer momento de un temblor y lanzan una señal con dirección a la Ciudad de México, a unos 400 kilómetros de distancia, para que los ciudadanos cuenten con el tiempo justo para desalojar edificios.
Frente a un monitor en su oficina con el mapa de México lleno de luces verdes que representan los sensores, Lugo explicó que los detectores están colocados en los lugares donde los científicos han confirmado que puede originarse un terremoto que afecte a la Ciudad de México.
Argumentó que si bien es cierto que nadie puede predecir un temblor, “sería mentiroso” negar que sucederá uno similar o más grande que el de magnitud 8.1 en la escala de Richter que tuvo lugar a las 07:19 hora local del 19 de septiembre de 1985.
Ese terremoto provocó la destrucción de cientos de edificios de la capital mexicana, dañó su infraestructura y dejó unos 10 mil muertos, según cifras oficiales, y entre 20 mil y 25 mil, según organismos internacionales.
“No existe forma de poder pronosticar ni de qué magnitud ni cuándo va a suceder, pero lo cierto es que ya nos pasó varias veces en la historia. El del 85 es el más recordado porque fue el que más desastre causó”, dijo Lugo.
Resaltó que en las tres décadas transcurridas desde aquel desastre, la sociedad mexicana ha evolucionado en su conocimiento de los sismos y ha desarrollado una cultura que es promovida desde Protección Civil, oficina creada en 1986, precisamente como resultado del terremoto.
“Lo más importante es que la población sepa qué hacer en los primeros segundos” porque entonces se dan “los primeros pasos” para lograr “el menor número posible de personas fallecidas”, detalló.
El funcionario defendió la fiabilidad de la alarma sísmica, que utiliza las estaciones de radio que escuchan los ciudadanos en sus casas, medios de locomoción o caminando simplemente por la calle.
Para que los capitalinos no olviden la trascendencia de ese sistema, todos los años se realizan simulacros que la ciudadanía cumple con bastante rigor, teniendo en cuenta el tamaño de la mancha urbana compuesta por la ciudad y su zona metropolitana, de unos 20 millones de personas.
En el simulacro que conmemoró en 2014 los 29 años del terremoto, la ciudad registró una participaron de alrededor de seis millones de personas en 17 mil edificios, como escuelas, empresas, oficinas del Gobierno local y federal.
El Comité Nacional de Protección Civil realizó este sábado una prueba del sistema de alarma y prepara para el día 19 un simulacro a nivel nacional, con un ejército de 80 mil servidores públicos, 26 dependencias e instituciones de la Administración Pública con el respaldo de la Policía Federal y de tres 500 vehículos de equipo aéreo, terrestre y marítimo.
En ambos casos, la bocina de alerta sonó en los altavoces de los postes del sistema de videovigilancia que el Gobierno tiene por todas las calles de la ciudad.
“Sonó como parte de un simulacro y se quedará permanentemente” instalada para cuando haya temblores que representen una verdadera amenaza, comentó Lugo, quien consideró de la mayor importancia estos ensayos que hoy son habituales en escuelas, edificios públicos y empresas.
“En la medida en que la población tome conciencia de una situación como la que se pone en hipótesis, entonces va a saber qué hacer”, agregó.
Lugo destacó las cicatrices sociales que el terremoto de 1985 dejó en la conciencia de los mexicanos, tanto en los que lo vivieron como en los que no habían nacido pero lo conocen por conversaciones o por los simulacros.
“Debemos trabajar con estos niños, adolescentes, con los jóvenes menores de 30 años justamente para dar cuenta y decir: ‘ya nos pasó una vez, es probable que vuelva a suceder y debemos estar preparados’. Es ahí donde trabaja Protección Civil”, declaró.
Recordó también que los mexicanos y sus sistema de alarma ya han sido puestos a prueba en un par de ocasiones desde el 2012, en dos movimientos de magnitud 7.4 y 7.2 en la escala de Richter que en algunas otras latitudes hubieran sido desastrosos.
“Debemos estar preparados y no podemos negar la existencia posible o futura de un sismo, y tan no podemos (hacerlo) que tampoco lo podemos evitar. Lo único que podemos es estar mejor preparados”, concluyó.