Durante el gobierno de Marcelo Ebrard hubo un gran esfuerzo por darle a la ciudad una marca recordable en México y el extranjero. Como parte de esta ruta, se recuperó la canción Bésame Mucho, de Consuelo Velázquez, y para reforzar el concepto se hizo un concurso del logotipo, que luego quedó enredado porque entre las imágenes ganadoras había algunas con derechos de autor.
Al final de la administración de Marcelo Ebrard, el Bésame Mucho se diluyó. Su sucesor fue construyendo una extraña enemistad que hasta el momento nadie ha entendido. La animadversión de Miguel Ángel Mancera con su antecesor incluye la sustitución de un programa bastante noble, Red Ángel, por otro cuyas iniciales aún no logro recordar; o el cierre de la línea 12, entre muchas otras acciones negativas.
Como parte de la imagen de la administración de Miguel Ángel Mancera, lo relativo al Gobierno del Distrito Federal se ha vuelto “CDMX”, con el MX reforzado en letras negritas o rosa. La marca de la Ciudad de México es simple y poderosa. Después de buscar el “I (corazón) NY”, el “I Amsterdam”, o el “C(Open)hagen” que identificara a la ciudad a través de un rebuscado concepto como Bésame Mucho (una ciudad de la que te enamoras), CDMX comunica de manera simple: somos la capital de México y México es una marca en sí misma, donde justo cabe el rosa mexicano.
Esta semana Miguel Ángel Mancera rendirá su tercer informe de gobierno. No tiene mucho que presumir. Perdió las elecciones, tuvo que dar una sacudida a su gabinete y se sigue enredando en su quehacer … pero quiere ser presidente de México. En mi análisis, para colmo ¡tiene posibilidades! No hay muchos resultados qué mostrar, pero sus posibles rivales tampoco. El reto de Mancera, sin embargo, es cómo hacer que el país hable de él.
Andrés Manuel López Obrador entendió muy bien cómo volverse noticia nacional: los apoyos a adultos mayores, los segundos pisos y por supuesto, en vez de ampararse contra el desafuero se convirtió en víctima. Marcelo Ebrard también hizo lo suyo, las grandes obras como la Supervía y la Línea 12 del metro fueron sus principales cartas. ¿Y Mancera? Los parques elevados. ¡PLOP! diría Pepo, el autor de Condorito.
La propuesta de campaña de Mancera no tiene rumbo. Los parques elevados, comenzando con el que propone en Avenida Chapultepec, y una decena más, como ya ha anticipado el Jefe de Gobierno de la CDMX, son la única forma que ha encontrado para que se hable de él en el país. Se le fue medio gobierno y no tiene una obra o programa emblemático que sirva de resonancia.
Pero Mancera no necesita esa obra o programa para que se hable de él: CDMX será la marca de la ciudad por muchos años más, lo que indudablemente evocará su administración. No es un periodo de grandes logros, en efecto, pero tampoco de grandes errores. En el discurso, Mancera ha estado en la dirección correcta, no así en la instrumentación, diría que por su falta de liderazgo y por egos de sus colaboradores.
Mancera debe reforzar la transformación del Distrito Federal en CDMX, debe insistir en que haya un congreso constituyente durante su administración, debe dejar huella de una manera responsable, en vez de tratar de resonar en el país con un proyecto que terminará cayéndose a pedazos, como el parque elevado de Avenida Chapultepec. Por ello, debería apostar por lo único que le ha salido bien en estos tres años: la marca CDMX.