La espiritualidad y la búsqueda de la paz interior era lo que unía al grupo de turistas mexicanos que fueron atacados “por error” el domingo por las fuerzas de seguridad egipcias cuando se detuvieron para almorzar cerca del oasis de Bahareya, en el desierto occidental.
Ello los llevó a emprender el viaje a Egipto con una meta: reforzar sus creencias y dar un paso en “la trascendencia” como seres humanos, dijeron hoy a Efe amigos y compañeros de algunos de los ocho mexicanos que murieron en el ataque, seis de las cuales eran originarios del estado de Jalisco.
Un grupo de practicantes de meditación y amigos del grupo de turistas realizaron el miércoles una ceremonia para recordar a los fallecidos y pedir por la recuperación de los seis heridos.
Hubo ofrendas de flores, cantos, incienso y música, dijo a Efe Maritza Oropeza, una de las participantes de este ritual y amiga de María Elena Cruz Muñoz, quien murió en el ataque.
Aunque la Cancillería no ha revelado aún las identidades de las víctimas mortales, la hermana de María Elena, Leticia, dio la noticia a sus amigos.
Cruz Muñoz, diputada por el Partido Acción Nacional (PAN) de 1997 al 2000, viajó a Egipto por invitación de su amiga Marisela Rangel, organizadora de la excursión y que resultó herida en el ataque.
Esta segunda visita a tierras egipcias significaba “el cierre de ciclos, tanto en lo personal como en sus proyectos” laborales, explicó Oropeza, quien añadió que “iba contenta, estaba entusiasmada y convencida de lo que quería hacer”.
Soltera, apegada a su familia y católica practicante, siempre le interesó el yoga, la meditación y lo que le ayudara a “irse más hacia lo interior” como una forma de descansar de la política, pues -además de ser legisladora- fue regidora por Guadalajara y estuvo al frente del Instituto Municipal de las Mujeres.
Otra amiga, Rocío Morgan, compartía con ella la militancia en el PAN. Ambas impulsaron programas para la igualdad de género, ámbito en el que fue pionera al formar parte del grupo que logró que el 40 % de las diputaciones fueran para mujeres.
En los años en que fue legisladora solo había tres diputadas del PAN y “fue cuando surgió la comisión de equidad de género. Tuvo la capacidad de conseguir acuerdos y parte de su preocupación era cómo accedían (las mujeres) a puestos de toma de decisiones y candidaturas”, dijo a Efe.
Cruz Muñoz era amiga y discípula de la psicóloga Marisela Rangel, considerada un pilar importante en la práctica holística en Guadalajara, fundadora de una técnica conocida como la “bendición diksha”.
“Marisela es un hilo conductor entre quienes se dedican al asunto holístico y a la meditación, no hay quien no la conozca”, comentó Oropeza.
Esta espiritualidad e inquietud se la contagió a su hijo Rafael Bejarano, otro de los fallecidos en el ataque y quien se dedicaba a la sanación espiritual mediante la música, además de ayudar a las comunidades indígenas wixárikas en Jalisco.
“Era un tipo que vivía bien, que la gente no lo imagine en una choza repartiendo plantas medicinales, era un huichol (indígena wixárika) urbano, un chamán moderno. Tenía un humor extraordinario”, contó a Efe su amigo Cuautli Arau, quien lo describió como “un ser iluminado”.
Nacido en la Ciudad de México y recién radicado en Los Ángeles (EU), Bejarano era conocido entre los grupos holísticos por sus ceremonias musicales y sus conocimientos en medicina tradicional y alternativa, que ayudaban a “sanar espiritualmente” a sus amigos.
Cuentan sus amigos que con los donativos que dejaban en estas ceremonias, conocidas como las colectas de “a-pollo”, recaudaba fondos para ayudar a las comunidades indígenas de México y a niños de otros países que iba conociendo en los viajes que realizaba para llevar su música y conocer más de otras culturas y formas de pensar.
En la comunidad cultural era considerado un músico virtuoso que dominaba el dijeridu, un instrumento australiano que requiere de una técnica de respiración circular y que le servía para “tocar” el espíritu de las personas, señaló su amigo José Mora, quien agregó que también interpretaba instrumentos autóctonos mexicanos.
Su muerte deja inconcluso su proyecto de levantar una escuela en el norte de Jalisco que tendría un modelo educativo que privilegiara sus usos y costumbres, además de acercar el conocimiento de otras culturas.
Sus amigos quieren realizar una ceremonia para “cerrar un ciclo” con Rafael, una especie de despedida que no fue posible físicamente.
Entre los fallecidos también está la empresaria Enriqueta Rojas, directora de una agencia de modelos que ha trabajado con figuras mexicanas del espectáculo.