El cáncer de bajo riesgo que no presenta síntomas y tampoco ocasiona problemas futuros es la causa del rápido aumento en la cantidad de nuevos casos de cáncer de tiroides diagnosticados en la última década, alertaron especialistas del Instituto Mayo Clinic, publicado en la revista Thyroid.
El instituto indicó que cerca del 33% de esos casos se determinaron después de que el médico clínico empleara imágenes de alta tecnología, pese a la ausencia de síntomas de enfermedad tiroidea.
El doctor Juan Brito Campana señaló que la incidencia del cáncer de tiroides aumenta con mayor rapidez que la de los demás tipos de cáncer, lo que lo encamina a convertirse en la tercera causa más común de cáncer femenino.
Brito y sus colegas extrajeron datos del Proyecto Epidemiológico de Rochester y analizaron los expedientes de 566 hombres y mujeres diagnosticados con cáncer de tiroides en el condado de Olmsted, Minnesota, entre 1935 y 2012. Examinaron de manera específica la cantidad de casos nuevos de cáncer de tiroides, las muertes debidas a la enfermedad y el método de diagnóstico.
Los científicos descubrieron una duplicación en la cantidad de casos nuevos de cáncer de tiroides en los últimos años, desde 7.1 por cada 100 mil personas entre 1990 a 1999, hasta 13.7 por cada 100 mil personas entre 2000 y 2012.
Durante ese mismo período, la cantidad de pacientes nuevos con cáncer de tiroides y síntomas permaneció igual, mientras que la cantidad de nuevos casos de cáncer de tiroides silencioso (tipo de cáncer en que los pacientes no presentan síntomas) casi se cuadruplicó. La proporción de pacientes con cáncer de tiroides que muere por la enfermedad no ha cambiado desde 1935.
“El tratamiento tiende a ocasionar daños porque la mayoría de cánceres de tiroides se trata mediante la extirpación quirúrgica completa o parcial de la glándula tiroides”, dijo el doctor Juan Brito Campana.
“Lo que constituye un procedimiento riesgoso que puede afectar las cuerdas vucales del paciente o dejarlo de por vida con deficiencias de calcio”, añadió.
El daño no se limita al sufrimiento físico, pues el tratamiento puede ocasionar dificultades económicas para los pacientes, sus familiares y la sociedad misma porque se gastan millones de dólares en cirugías innecesarias y problemáticas, comentó el médico.
El costo nacional de estos procedimientos en Estados Unidos fue de mil 600 millones de dólares en 2013 y es posible que exceda los tres mil 500 billones en 2030.
De manera simultánea a esta problemática, la incidencia del cáncer de tiroides aumenta con mayor rapidez que otros, por lo que podría convertirse en la tercera causa más común de cáncer femenino.
“Estamos ante una epidemia de diagnósticos de cáncer de tiroides. Ahora que se sabe la procedencia de estos nuevos casos, es posible desarrollar tácticas para identificar a los pacientes con cáncer de tiroides que podrían beneficiarse del tratamiento sin sentenciar a otros pacientes a exámenes, tratamientos, sufrimientos y costos innecesarios”, mencionó el especialista.
Los científicos aseguran que un método para reducir la detección de estas lesiones sería limitando el uso de ciertas tecnologías por imágenes, y otra táctica sería conseguir que el paciente delibere sobre sus alternativas de tratamiento.
En muchos casos, la vigilancia activa puede ser preferible a la cirugía en los pacientes con cáncer pequeño y que de cierta forma es benigno, ya que puede tardar décadas en crecer hasta un tamaño apreciable u ocasionar problemas mortales.
Brito Campana consideró que algo tan simple como no usar la palabra cáncer para referirse a estas pequeñas lesiones silenciosas de la tiroides puede reducir la cantidad de tratamientos innecesarios cuando el pronóstico es más favorable.
En lugar de llamar cáncer de tiroides a estas lesiones, el médico recomendó emplear un término de menor carga emocional, tal como lesiones papilares de curso indolente.