El sector asegurador se encuentra preparado y con recursos suficientes para enfrentar una catástrofe de la magnitud del terremoto de 1985, que es hasta ahora, el evento más caro para esta industria.
El director de Daños de la Asociación de Instituciones de Seguros (AMIS), Luis Álvarez, recordó que el sector asegurador pagó 254 millones de dólares por los daños ocasionados por el terremoto de 1985, que de acuerdo con estimaciones, dicho monto, traído a valor presente, ascendería a alrededor de 35 mil millones de dólares.
“Sí hay un mecanismo de solvencia y de suficiencia de primas para poder hacer frente a cualquiera de estas eventualidades y no tener quebrantos en el sector”, aseveró en entrevista en el marco del Tercer Simulacro de Atención del Sector Asegurador ante Catástrofes.
Mencionó que en 1985, en la Ciudad de México habría alrededor de un millón de edificaciones, de las cuales resultaron dañadas unas siete mil unidades que tenían seguro y otras 13 mil o 14 mil sin cobertura.
“Hoy día, la ciudad ha crecido mucho más, entonces los daños sí podrían llegar a ser bastantes mayores”, aunque el nivel de aseguramiento sigue siendo bajo, expuso el directivo.
Luis Álvarez recordó que lo más asegurado por los mexicanos son los autos, con 28% del parque vehicular cubierto, en tanto que menos de 5% de las viviendas tienen un seguro de manera voluntaria, que en el caso del Distrito Federal el porcentaje llega a 10%.
Indicó que menos de 4% de las pequeñas y medianas empresas tiene un seguro y en caso de los grandes consorcios se tiene una alta penetración del seguro, de 80%, de la misma forma que las entidades de gobierno federal están cubiertas.
No obstante, admitió que “en algunas entidades federativas, el riesgo lo siguen corriendo los propios municipios, los estados, porque no todos tienen contratada una cobertura para sus inmuebles”; se estima que sólo 10% de las entidades federativas tienen una cobertura.
En cuanto a gastos médicos mayores, el directivo precisó que 7% de la población tiene esta protección, mientas que el mayor riesgo está amparado por los institutos de seguridad social (IMSS-ISSSTE), pero reconoció que “todavía nos falta mucho en nuestro país de riesgos catastróficos”.
Señaló que el sector asegurador podría contar con alrededor de dos mil 500 personas que estarían disponibles para atender una emergencia como la que se vivió hace 30 años.
Precisó que de acuerdo con un censo de ajustadores, tienen alrededor de 900 personas entre 250 y 300 despachos, aunque cuando hay una catástrofe no sólo opera el personal que vive en México sino también de compañías extranjeras.
En una gran catástrofe, “podríamos tener a más de dos mil o dos mil 500 personas trabajando en esto” y el proceso de ajuste varía dependiendo de la magnitud del evento, que puede ser de días o hasta un año, puntualizó.
El simulacro se llevó acabo en el estacionamiento del Museo “Rufino Tamayo”, en la Ciudad de México, que sería el punto de encuentro de los ajustadores en caso de un evento catastrófico, para poder tener una atención más rápida para los asegurados.