BRUSELAS, Bélgica. El mayor movimiento migratorio hacia Europa en varias décadas no es sólo una emergencia humanitaria, sino también un posible golpe de suerte para muchos países que afrontan la amenaza económica de una población en proceso de envejecimiento.
El descenso en las tasas de natalidad supone que en los próximos años faltarán trabajadores europeos para sostener al creciente número de pensionistas. Así que la llegada de miles —y a menudo cualificados— posibles trabajadores supone un impulso para las perspectivas de crecimiento a largo plazo en la región.
La clave es cómo de bien se los integre y cuántos empleos pueden ofrecer los países europeos.
Alemania, una de las más hospitalarias con los refugiados, también es el país que obtendría beneficios más rápidos, ya que tiene un fuerte mercado laboral con muchos puestos vacantes.
Por el contrario, economías más débiles como la griega o la italiana tardarían años, o incluso décadas, en ver los efectos positivos porque tienen problemas para crear empleo, aunque ellas también se enfrentan a la amenaza de la bomba demográfica.
“No olvidemos, somos un continente que envejece en declive demográfico”, dijo el mes pasado en un discurso el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. “Necesitaremos talento”.
Antes de que comenzaran las llegadas este año, la oficina alemana de estadística estimó que la población del país, de 80.8 millones de personas en este momento, se redujera en una décima parte o más para 2060. Alemania prevé que su fuerza de trabajo caiga en unos seis millones de personas en los próximos 15 años.
Recibir este año a unas 800 mil personas de Siria, Irak y otros países le costará a Alemania unos seis mil millones de euros (seis mil 600 millones de dólares) el año que viene en prestaciones sociales y clases de alemán.
Pero esos costes iniciales podrían compensarse con un crecimiento económico mayor. Andreas Rees, economista del banco UniCredit, estima que la oleada de recién llegados en los próximos años podría hacer crecer la economía alemana un 1.7% extra para 2020.
Dieter Zetsche, director ejecutivo de la firma alemana Daimler, fabricante de los autos y camiones Mercedes-Benz, comentó la cuestión esta semana.
“Aceptar en Alemania más de 800 mil personas que necesitan nuestra ayuda es sin duda una tarea hercúlea, pero en el mejor de los casos, también puede ser la base para el próximo milagro económico alemán”.
Suecia, que el año pasado recibió a 80 mil solicitantes de asilo y es el segundo país de la UE que más recibe después de Alemania, también ve a los recién llegados como una ganancia, aunque los costes iniciales puedan ser considerables. “Dado que tenemos una población envejecida”, señaló Kristina Persson, ministra de Cooperación Nórdica, “tenemos que sustituir a los que dejan el mercado laboral”.
Eso podría ser más complicado en otros países. Grecia, que es el primer país de la UE al que llegan muchas personas que viajan desde Oriente Medio, tiene un desempleo de cerca del 25% y casi la mitad de los jóvenes está en paro. Se espera que se tarde una generación en recuperar la economía.
Y los recién llegados lo saben, de modo que prefieren seguir adelante e intentar llegar a Alemania y a los países más pobres del norte de Europa.
Irónicamente, algunos de los países europeos que más amenazados se ven por el descenso de natalidad son los que más se esfuerzan para mantener fuera a los migrantes.
Hungría es un ejemplo. El país ha sellado sus fronteras con alambre de cuchillas y empleado gases lacrimógenos y cañones de agua para mantener fuera a los migrantes.
En Polonia, la transición hacia familias más pequeñas hace varios años supone que ahora hay menos trabajadores para mantener a cada pensionista, una tendencia que se espera empeore de forma drástica en las próximas dos décadas. Hasta ahora, Polonia ha acordado aceptar dos mil refugiados. Estudia ampliar ligeramente la cantidad, pero ha rechazado la petición europea de que admita a 12 mil personas.
El gobierno checo apenas ha abierto una rendija al aceptar sólo a mil 500 migrantes a pesar de la carga demográfica sobre su economía. En 25 años, el país ha pasado de tener cuatro personas en edad de trabajar por cada persona de 65 años o más a tener sólo dos.
En total, la política sobre la recepción de refugiados y otros migrantes depende más de factores políticos y culturales que de los económicos, incluso en Alemania.
La economía alemana podría beneficiarse de un aumento aún mayor en inmigración, según los expertos, pero el gobierno es reacio. La canciller, Angela Merkel, ha dicho que los extranjeros que huyen de la guerra o la persecución son bienvenidos, pero que los llegados sólo por motivos económicos “deben dejar nuestro país”.
Algunos estados, como Polonia, temen no sólo por los costes inmediatos de recibir a los refugiados, sino por el temor popular a que los musulmanes nacidos en el extranjero no encajen bien en la sociedad, o a que pueda haber terroristas escondidos entre ellos.
Un experto en migraciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Jean-Christophe Dumont, dijo en París que el coste inicial de integrar a refugiados es mayor que en otras categorías de migrantes porque a menudo necesitan formación sobre idiomas o para encontrar empleo, además de tratamiento para lesiones físicas o traumas psicológicos.
Sin embargo, si los refugiados se integran bien terminan por tener un impacto positivo en la economía, dijo Dumont. Un estudio australiano señaló que 15 años más tarde, los migrantes por motivos humanitarios contribuyen más a su nuevo país de residencia de lo que cuestan en beneficios.
El gobierno alemán debe asegurarse de que se permite trabajar rápidamente a los refugiados que llegan ahora, señaló Ulrich Grillo, responsable de la Federación de Industrias Alemanas. Varias empresas se han ofrecido ya a recibir a algunos de sus recién llegados, y Siemens y Deutsche Telekom ofrecieron algunas pasantías pagadas.
La división alemana de McDonald’s señaló que ayudaría al gobierno a ofrecer 20 mil cursos de idioma a través de internet para solicitantes de asilo.
Zetsche, el director ejecutivo de Daimler, ha sido uno de los mayores defensores del impacto positivo de los migrantes. Esta semana dijo en la feria del automóvil de Fráncfort que cualquiera que haya conseguido superar los obstáculos para llegar a Alemania desde África u Oriente Medio, obviamente tiene lo necesario para trabajar para él.
“Creo que cualquiera que deje su vida atrás por completo estará muy motivado para aprender y trabajar aquí, y construir una nueva vida”, dijo Zetsche. “Buscamos exactamente a este tipo de persona, en Mercedes y en todas partes en nuestro país”.