A pesar de que se incrementó 26% el número de jóvenes que inició sus estudios en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desde hace ocho años la tasa de alumnos que consiguieron titularse disminuyó 2% con relación a los que acreditaron sus materias.

 

Si bien entre 2008 y 2014 se titularon 132 mil 477 alumnos, durante la gestión de José Narro Robles se registró una disminución de dos puntos porcentuales en relación entre los alumnos egresados y los que terminan la carrera; en el ciclo escolar 2007-2008, al menos 69 de cada 100 alumnos consiguieron titularse; siete años después la proporción fue de 67%.

 

Esto quiere decir, de acuerdo con las cifras más recientes, que 37% de los alumnos que terminan la carrera no logran conseguir su título universitario.

 

Para el ciclo escolar 2007-2008, 24 mil 504 jóvenes cubrieron casi en su totalidad sus créditos o materias, pero para 2008 se titularon 17 mil 747 (69.62%); después, en el ciclo escolar 2013-2014 terminaron su carrera 32 mil 165 jóvenes pero para el año siguiente se titularon solamente 21 mil 734 (67.57%).

 

Lo que sí aumentó durante la gestión del doctor Narro Robles fue el número de estudiantes que ingresaron a la carrera, es decir, un 26% más formalizó su proceso de inscripción.

 

José Narro Robles se convirtió en rector de la UNAM por primera vez en el año de 2007, para un periodo de cuatro años; posteriormente, obtuvo la reelección por parte de la Junta de Gobierno de la UNAM (máxima autoridad universitaria) para completar un segundo periodo 2011-2015.

 

Último informe

 

Hoy, Narro Robles entregará -de manera pública- su último informe de labores al frente de la máxima casa de estudios, acto que no había realizado de esta manera pues anteriormente sólo entregaba el informe por escrito al Consejo Universitario.

 

El jueves iniciará formalmente el proceso de sucesión en la Rectoría cuando la Junta de Gobierno de la UNAM lance la convocatoria en la que especificará las etapas del proceso, las formas en que se explorará la opinión de la comunidad y se registrará la participación de los universitarios, de acuerdo con un comunicado de prensa emitido en agosto pasado.

 

De acuerdo con estimaciones de la prensa, hasta el momento hay cuando menos 15 aspirantes a convertirse en los sucesores de José Narro, aunque sólo han manifestado sus intenciones de manera pública Sergio H. Alcocer, ex subsecretario para América del Norte de la Cancillería; Rosaura Ruiz, directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM, y el director de Medicina, Enrique Graue. También se habla del coordinador de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Oficina de la Presidencia de la República, Francisco Bolívar Zapata.

 

Metas de Narro

 

Uno de los objetivos de la administración de José Narro Robles, refrendado en su plan de trabajo 2011-2015 mediante el cual se reeligió como rector de la UNAM, fue mejorar la calidad y pertinencia de los programas de formación de los alumnos, mejorar la calidad de su preparación y aumentar el número de estudiantes titulados, como también se conoce a la eficiencia terminal.

 

“Será prioritario elevar la calidad de la formación y la eficiencia terminal en todos los niveles. Para ello se ampliará el programa de tutorías y se brindará apoyo a los alumnos con condiciones económicas complicadas, además de que se incrementará el uso de las nuevas tecnologías para favorecer las capacidades de los docentes y el rendimiento escolar de los alumnos”, mencionó durante su toma de protesta como rector en noviembre de 2011.

 

En este sentido, la primera acción que comprometió fue asegurar que todas las entidades académicas contaran con un programa de apoyo para los alumnos para combatir el rezago académico y contribuir a la recuperación de los estudiantes irregulares pero también para dar seguimiento a los problemas de abandono escolar y eficiencia terminal.

 

La duración de las cinco licenciaturas más demandadas de la UNAM es de diez semestres en promedio; estas son las de Médico Cirujano, Derecho, Psicología, Administración y Arquitectura. Por otro lado, la universidad contabiliza sus ingreso anualmente.

 

Con estas dos consideraciones, durante la administración del  rector José Narro Robles estudiaron siete generaciones: los alumnos que estudiaron en 2003-2008, 2004-2009, 2005-2010 y 2006-2011 egresaron con Narro; y los estudiantes de 2007-2012, 2008-2013 y 2009-2014 ingresaron y egresaron bajo su mandato.

 

Organismos internacionales como el de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) utilizan factores como la eficiencia terminal para medir el éxito o fracaso de la formación universitaria.

 

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) llama a este cálculo la “survival rate” o índice de supervivencia y de acuerdo con la información más reciente que tiene sobre el tema (de 2010), en México 42% de los alumnos que cursa algún grado de educación superior termina la escuela y acredita todas sus materias, pero nunca se titula.

 

La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) considera que son dos las variables que determinan la eficiencia de un sistema educativo: cuánto se gasta en él y qué resultados se obtienen de su funcionamiento.

 

La primera variable depende de los aspectos administrativos; pero la segunda implica medir cuántos alumnos titulados obtiene una Institución de Educación Superior en relación con sus alumnos ingresados.

 

De acuerdo con el reporte “Panorama de la Educación 2014” de la OCDE, México es uno de que menos dinero público invierten en la educación de sus estudiantes en el nivel universitario; así, mientras el promedio de inversión en los países asociados a la OCDE es de 13 mil 958 dólares al año, el nuestro dedica 7 mil 889.

 

Según un reporte de la ANUIES de 2013, de cada generación que ingresa a Instituciones de Educación Superior (IES) de sostenimiento público (como la UNAM o el Instituto Politécnico Nacional) sólo consigue titularse la mitad de los estudiantes.

 

Ello a diferencia del 66% de los egresados de las universidades privadas las cuales -en muchos casos- tienen diferentes opciones de titulación; en algunas universidades privadas, por ejemplo, los egresados obtienen su título de manera automática al graduarse.