Elena Poniatowska aseguró esta tarde que la importancia de Hugo Gutiérrez Vega en el campo delas letras mexicanas es “extraordinaria”. Lo recordó como “un diplomático a carta cabal, un destacado embajador, un gran amigo, mío y de Carlos Monsiváis, quien vivió en su casa de en Londres.

 

Entrevistada en la sala que da acceso a la Capilla A de la agencia funeraria Gayosso Félix Cuevas en esta ciudad, la escritora, periodista y activista política mencionó que “Gutiérrez Vega fue de los grandes pilares del diarismo, personaje cultural, a lo que se suma su generosidad enorme”.

 

La autora de libros emblemáticos señaló que “trataba muy bien a los jóvenes, y era lopezobradorista de hueso colorado. En todas las reuniones con Andrés Manuel López Obrador, y por su inteligencia, a él se debe la sugerencia del nombre de “Movimiento de Regeneración Nacional” al partido”.

 

Añadió que en principio era un hombre muy persignado, de Jalisco, rezaba mucho, pero en la medida de que fue avanzando el tiempo se unió a las causas de los olvidados, siempre estuvo con los más desprotegidos. “Era muy buena onda en el sentido de que le gustaban los hippies y toda su parafernalia”.

 

Poniatowska apuntó que su principal legado, y lo que más recuerda, “es su inteligencia y su generosidad, siempre fue un hombre de gran generosidad, buena persona y acogedor con los jóvenes; nunca se cerró a los demás”, dijo quien lo conoció “hace mil años, cuando era súper guapo, un cuero”.

 

La entrevistada aseveró que Hugo Gutiérrez Vega tenía una gran congruencia, “algo que ya no hay en este país”. Y ejemplificó lo anterior al señalar que a pesar de haber podido hacer una fortuna con su trabajo constante y fecundo, “siempre vivió en una casa muy modesta, sin lujos no artículos ostentosos”.

 

Por su parte, el también poeta Vicente Quirarte, escritor y miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), dijo sentirse “huérfanos en muchos frentes, pues Hugo era no sólo parte de la comunidad poética. Cuando un poeta se va es cuando uno siente más como si le arrancaran una parte muy fuerte a uno”.

 

Y recordó las palabras de John Donne: “Ningún hombre es una isla, nunca preguntes por eso por quién suenan las campanas, están doblando por ti”. Y añadió que “Hugo también era integrante de la Academia Mexicana de la Lengua, nos sentíamos muy contentos de tenerlo allí; era miembro de una tertulia mensual en la que nos juntábamos en memoria de José Rogelio Álvarez; ahora nos falta él”.

 

Sobre la imagen del vate muerto la víspera con la que se queda, Quirarte mencionó que “pensando en una vida tan fecunda, tan completa, pienso que Hugo siempre fue un hombre que iba en contra de la corriente, desde que era muy joven y funcionario de la UNAM, recuerdo cómo nos contaba eso con gran picardía”.

 

Vicente Quirarte recordó que por el teatro, Hugo Gutiérrez Vega tuvo que enfrentarse a las autoridades en defensa de la libertad de expresión. “Como funcionario universitario, como actor y director, cosechó legendarias anécdotas, como que manejaba su propio Volkswagen vestido de cardenal para ir de su oficina a actuar en una obra de teatro”.

 

Esa característica que tuvo desde joven, ser un contestatario y un rebelde, la mantuvo toda su vida. “Siempre fue un hombre que dijo lo que pensaba y además lo decía con enorme elocuencia; era un hombre de una memoria privilegiada y todo lo que tenía en la cabeza lo sabía transmitir con esa voz de actor que lo caracterizó”.

 

La memoria prodigiosa se trasladaba en un lenguaje elocuente y una hermosa voz. “Ese es el recuerdo con el que nos quedamos, con la voz de Hugo presente en la memoria y en su poesía. Me gusta que entre las múltiples tareas que realizó, animador cultural, actor director, funcionario, rector, se destaque su trabajo como poeta”.

 

El entrevistado recordó más adelante, visiblemente emocionado, que una de sus últimas distinciones fue la que le hizo el gobierno de Grecia, con el Premio “Odiseo Elytis”, que ya no alcanzó a recoger. “Eso demuestra su constante devoción por la poesía no sólo en español, sino de otras latitudes”, añadió Quirarte.

 

Por su parte, Gerardo Estrada, promotor cultural, evocó al malogrado poeta al decir que fueron amigos desde hace muchos años. “Lo conocí en 1969, en una cena en su casa. Fue un hombre ejemplar, un gran poeta, yo creo que de los más importantes del México de la segunda mitad del siglo XX. Deja su obra literaria, pero también la de promotor y de profesor universitario”.

 

Fue un diplomático que supo combinar su lealtad al servicio diplomático y al mismo tiempo sus propias convicciones. Tuve oportunidad de participar con él en infinidad de cosas. Apenas el domingo él recordaba al comité de solidaridad con Chile, formado a raíz del golpe de Estado. Esa fue una de tantas iniciativas en las que participamos”.

 

A la memoria de Estrada asistió también el recuerdo de su papel como defensor de las causas sociales. “En fin, creo que fue un hombre completo, íntegro. Siempre supo combinar las cosas, sin estridencias, muy vehemente en sus convicciones. Pero, para mí, un gran amigo, antes que nada”.