CIUDAD DEL VATICANO. El papa Francisco pidió hoy mirar a los inmigrantes más allá de su condición de regularidad o de irregularidad en un determinado país, sino como personas con dignidad que pueden contribuir al bienestar y al progreso de todos.
Esto en su mensaje con motivo de la próxima Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2016, que lleva por título Emigrantes y refugiados nos interpelan. La respuesta del evangelio de la misericordia y cuyo contenido fue presentado este día por el Vaticano.
“Los inmigrantes son nuestros hermanos y hermanas que buscan una vida mejor lejos de la pobreza, del hambre, de la explotación y de la injusta distribución de los recursos del planeta, que deberían ser divididos equitativamente entre todos“, escribió el Santo Pontífice.
Advirtió que además de la violencia y la pobreza de la cual huyen, los inmigrantes deben padecer ultrajes en su búsqueda de un futuro mejor, afrontar “realidades donde se anidan sospechas y temores”, y sortear –muchas veces- falta de normas claras que regulen la acogida.
“Todos los días las historias dramáticas de millones de hombres y mujeres interpelan a la comunidad internacional, ante la aparición de inaceptables crisis humanitarias en muchas zonas del mundo“, constató el Papa.
“La indiferencia y el silencio abren el camino a la complicidad cuanto vemos como espectadores a los muertos por sofocamiento, penurias, violencias y naufragios. Sea de grandes o pequeñas dimensiones, siempre son tragedias cuando se pierde aunque sea sólo una vida”, insistió.
Aseguró que la prioridad ahora es superar la fase de emergencia causada por los intensos flujos migratorios, para dar paso –en un segundo momento- a programas que consideren las causas de las migraciones.
Reconoció que los refugiados y las personas que escapan de su propia patria cuestionan el modo tradicional de vivir de los países que los reciben, trastornando el horizonte cultural y social con el cual se confrontan.
Estableció que ellos pueden ofrecer una contribución importante cuando “asumen responsablemente sus deberes” ante quien los acoge, respetando el patrimonio material y espiritual del país que los hospeda, obedeciendo sus leyes y contribuyendo a sus costos.
“Nadie puede fingir no sentirse interpelado por las nuevas formas de esclavitud gestionadas por organizaciones criminales que venden y compran a hombres, mujeres y niños como trabajadores en la construcción, en la agricultura, en la pesca y en otros ámbitos del mercado”, abundó el papa Francisco.
“Cuántos menores son obligados a alistarse en las milicias, cuántas personas son víctimas del tráfico de órganos, de la mendicidad forzada y de la explotación sexual. Los prófugos de nuestro tiempo escapan de estos crímenes aberrantes”, añadió.
Según el Papa, atender estos problemas implica la necesidad de ayudar a los países de donde salen los emigrantes y los refugiados, con un espíritu de solidaridad, cooperación e interdependencia internacional, para lograr que cesen las necesidades que inducen a las personas a abandonar su lugar de origen.
Consideró indispensable que la opinión pública sea informada de forma correcta, sobre todo para prevenir miedos injustificados y especulaciones a costa de los migrantes. DM