A través de militares encubiertos y soldados asignados al C4 de Iguala, los altos mandos del Ejército dieron seguimiento a la actividad de los normalistas de Ayotzinapa desde su entrada a la ciudad el 26 de septiembre y giraron diversas órdenes al personal de tropa a lo largo de la noche en que los estudiantes fueron atacados.

 

A través de la Ley Federal de Transparencia, 24 HORAS tuvo acceso a la declaración ministerial del coronel José Rodríguez Pérez, comandante del 27 Batallón de Infantería de Iguala, quien estaba al mando de las tropas (600 soldados) durante la noche donde 43 normalistas fueron desaparecidos y seis personas asesinadas por policías municipales e integrantes del cártel Guerreros Unidos.

 

En su comparecencia, como parte de la carpeta de investigación PGR/SEIDO/UEIDMS/871/2014, el mando militar revela que tuvo comunicación directa con Felipe Flores Velázquez, ex subdirector de Seguridad Pública de Iguala y a quien se señala como responsable de entregar a los estudiantes a sicarios de Guerreros Unidos.

 

El comandante del 27 Batallón habló, vía telefónica, con el jefe de la policía de Iguala en el momento en que sus elementos tenían sometidos a los normalistas y éste le dijo que todo estaba bajo control, cuando las diligencias de la PGR y el grupo de peritos independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) indican que los policías persiguieron y dispararon contra los estudiantes.

 

“El personal del C4 nos informa que unos estudiantes se encuentran en el periférico bloqueados por policías municipales, otro vehículo más se encuentra enfrente del Palacio de Justicia en la carretera de Chilpancingo a Taxco, también detenido por policías municipales y al parecer también eran estudiantes, cuando ocurre todo yo me comunico con el secretario de Seguridad Pública Felipe Flores Velázquez, a quien le pregunto que si tiene algún problema con los estudiantes, a lo que me dijo que no, que no tenía ningún problema, que su personal ya se encontraba en los filtros”.

 

El 2 de marzo de 2015, en su ampliación de declaración, el coronel José Rodríguez ratificó que mantuvo comunicación con el todavía prófugo ex director de Seguridad Pública de Iguala y agregó que en la llamada telefónica el jefe de la policías de Iguala le dijo que sus elementos ya se encontraban “en sus filtros” o retenes diseminados en los puntos de acceso a Iguala y no existía ningún problema.

 

Seguimiento de militares 

 

Sin embargo, los altos mandos militares tanto del 27 Batallón de Infantería de Iguala como de la 35 Zona Militar de Chilpancingo conocieron de la entrada de normalistas a Iguala desde las 19:30.

 

En el C4 de Iguala, indicó el coronel en su declaración, están desplegados de forma permanente dos militares sin poder de mando y sólo como observadores, quienes le informaron sobre la llegada de los estudiantes a la caseta de cobro de Iguala-Puente de Tixtla a las 19:30 horas.

 

El mando militar revela que en el Ejército existe Órganos de Búsqueda de Información (OBIS), es decir, soldados desplegados para labores de inteligencia que actúan como civiles.

 

Al enterarse de la presencia de los normalistas, ordenó a un militar encubierto, que monitoreaba el informe de labores de María de los Ángeles Pineda Villa, primera dama de Iguala, que se trasladará a la caseta donde estaban los estudiantes de Ayotzinapa.

 

“De ahí se informa que solamente estaban los estudiantes en la caseta boteando, información que se corrobora con el personal del C4, de ahí nos informan que un grupo de estudiantes se trasladaban a la Central de Autobuses”.

 

El militar encubierto acudió a la central y reportó al comandante del 27 Batallón que los estudiantes pretendían llevarse un autobús y ante la resistencia de los empleados de la central, “comienzan a destrozarlo y se apoderan de otros dos autobuses” hacia el centro de la ciudad.

 

Para esos momentos, sin citar hora exacta, el mando militar tuvo conocimiento, mediante el C4, que los estudiantes tenían en su poder tres autobuses y los policías municipales de Iguala iban tras de ellos”.

 

En el primer encuentro entre policías  y normalistas, los estudiantes agreden con piedras a los municipales, según lo informado al comandante por el militar encubierto que les siguió la pista a los hechos hasta ese momento.

 

Por el C4, los militares se enteraron que los normalistas siguieron su camino, y minutos después, “los detienen las patrullas y se observa que las patrullas rodean los camiones, sabemos por el C4 que se encontraban tres patrullas delante de los camiones y tres detrás de los mismos, de ahí, sólo sabemos que se encuentran detenidos estudiantes y camiones por la Policía Municipal”.

 

Después le informan que tres heridos de bala eran llevados al Hospital General de Iguala, y casi de inmediato, que los policías de Iguala tenían retenidos a estudiantes frente al Palacio de Justicia en Iguala en varios autobuses, es cuando ocurre el intercambio de información entre el comandante y el jefe de la policía local.

 

El comandante envió una Fuerza de Reacción al Hospital General, mientras al mismo tiempo, los sobrevivientes del equipo de futbol Los Avispones llegaron a las instalaciones del Batallón, “seis personas alteradas solicitaron que saliéramos a darles el apoyo a sus compañeros quienes habían sido agredidos por civiles que se encontraban disparando a todos los que pasaban por la carretera”.

 

José Rodríguez Pérez envió un comando de 20 militares, armados con equipo táctico y en camiones blindados al lugar donde fueron atacados Los Avispones.

 

Al llegar, los militares encontraron una cruenta escena: dos taxis tiroteados con armas de alto poder, una mujer muerta y el autobús del equipo de fútbol con decenas de personas en estado de shock.

 

“Ordeno que les den seguridad y que se queden ahí hasta que se lleguen las autoridades correspondientes, por lo que como ya sabía del problema que se estaba presentado por el bloqueo de camiones y los estudiantes prepare otro equipo de reacción”.

 

Ese otro equipo conformado por 12 militares y su mando salieron con rumbo a la salida a Chilpancingo, en su trayecto, al pasar por el Palacio de Justicia se encuentran con uno de los autobuses, donde iban la mayoría desaparecidos, el cual, ya era remolcado por una grúa.

 

El mando militar preguntó al chofer de la grúa “por las patrullas y los estudiantes y me dicen que ya no hay nadie” en ese momento los mandos militares, reciben del C4 a cargo del policías municipales y estatales y con militares como observadores, una alerta de que en el Hospital Teresa había personas armadas y que habían sacado al personal médico.

 

De camino al hospital, los militares se toparon con tres autobuses, todos con impactos de armas de alto calibre y dos cuerpos tirados en la acera pero siguieron su camino porque su prioridad era atender un eventual enfrentamiento en el Hospital Teresa.

 

Al llegar, una persona que se identificó como normalista les abrió la puerta, los militares se abocaron a buscar a las personas armadas, no interactuaron con los normalistas ni les pidieron explicaciones sobre el muchacho herido de bala que se desangraba en la recepción del hospital sólo les ofrecieron llamar una ambulancia.

 

Los militares recibieron la orden de regresar donde los tres autobuses baleados, el coronel a cargo del 27 Batallón llamó al Ministerio Público para que acudiera, éstos le dijeron que estaban ocupados en la escena del crimen donde atacaron a Los Avispones.

 

Por lo cual, el mando militar ordenó que vigilarán los camiones, donde ya sólo dos normalistas yacían muertos, en lo que llegaba los peritos. El grupo de militares presenció cómo minutos después regresaron los normalistas a dar una conferencia de prensa. Los militares se limitaron a pedir a la prensa que no alterará la escena y a delimitar un perímetro de seguridad pero tampoco interactuaron con los normalistas.

 

Casi al amanecer, personal de la Fiscalía de Guerrero terminó el levantamiento en las dos escenas del crimen, sin que se presentaran elementos de la Policía de Iguala, “tras haber proporcionado apoyo en las labores del personal del fuero común, se reincorpora el personal al batallón.

 

El coronel indica que fue hasta las 10:00 del sábado 27 de septiembre cuando recibieron otra alerta del C4 sobre una persona fallecida, por lo cual, enviaron una patrulla que estuvo presente durante el hallazgo de Julio César Mondragón, quien fue desollado.

 

“Estos son los hechos de los que tuvimos conocimiento en relación a la presente indagatoria, por lo que respecta al 27 Batallón”.

 

En su ampliación de declaración, el coronel Rodríguez Pérez señala que el 28 de septiembre, acudieron al 27 Batallón un agente ministerial y un perito de Guerrero, “con el objetivo de verificar si existen o no personas recluidas en las instalaciones del Batallón”. El mismo coronel los llevó hasta una cuarto enrejado donde el Ejército resguarda decomisos de droga, “tomaron fotografías y se percataron que no había persona alguna”. Hasta ahí declaró el comandante.