La economía crece poco, pero crece. Se crean empleos formales de manera dinámica, la inflación está en los niveles más bajos de la historia, pero los consumidores no tienen confianza ni en sus finanzas personales ni en las del país.
En la economía no todo son números, el factor humano pesa de forma importante porque al final del día son personas las que tomas las decisiones de compra e inversión.
Hay una contradicción que tiene que ser resuelta para potenciar el crecimiento interno. Porque al tiempo que hay grupos de ventas al menudeo como Wal-Mart que reportan aumentos en sus ventas del 7%, la confianza de los consumidores que reporta el Inegi disminuye 1.4%. Ambos los datos anuales más recientes.
No hay ciencia oculta o mal manejo de las cifras de aumento en las ventas al menudeo. Las remesas se han incrementado de forma notable tanto en monto como en poder de compra en pesos y la mayor parte de esos recursos se destinan al consumo.
La inflación general es baja, eso cuida el poder de compra y el aumento del empleo también arroja al mercado a asalariados con deseos de consumir.
De hecho, en la encuesta que elaboran de manera conjunta el Banco de México y el Inegi los consumidores revelan que hoy a diferencia de hace un año tienen 9% más posibilidades para comprar muebles, televisores, lavadoras u otros aparatos electrodomésticos.
Es la respuesta de un grupo de consumidores que hoy aceptan que su situación financiera doméstica es mejor que la de hace un año.
Pero al momento de evaluar al país en su condición actual y futura es donde les gana el pesimismo.
Y es que con tantas noticias de los dólares caros, de la violencia en las calles, de la inseguridad, Ayotzinapa, crecimientos económicos a la baja, China, Grecia y demás es lógico que genere angustia en quien recibe ese bombardeo informativo.
La mayoría de los 2,336 ciudadanos mexicanos entrevistados en sus casas a lo largo y ancho del país se inclinan por pensar que la situación del país es peor hoy de lo que era hace 12 meses y que estará todavía más deteriorada dentro de 12 meses.
Los mismos que aceptan que en sus finanzas están mejor y que tienen posibilidades de comprar cosas grandes son entre 7 y 8% más pesimistas cuando se habla del país.
Entonces, si confiesan tener una mejor condición y mejores posibilidades de compra pero son negativos al pensar en lo que viene, no es un asunto de la condición económica, es un tema de cómo se perciben las cosas.
No hay duda que la percepción es un jugador muy importante en la toma de decisiones económicas. Una familia que siente su seguridad personal amenazada no cambia de auto, por el temor de que le sea robado.
Una persona que hoy cree que la depreciación del peso es el paso previo a una crisis económica, no se anima a cambiar de trabajo o a comprar una casa.
Algunos más analíticos calcularán que los precios bajos del petróleo afectarán el desempeño del gasto público a lo largo del próximo año. Pero lo cierto es que pueden ser más los que simplemente repiten lo que escuchan respecto a lo mal que estamos.
Un ciudadano enojado con sus autoridades no es una persona que crea en las estructuras de su país y afecta su ánimo consumidor.
Si alguien no se siente confiado con lo que ocurre en su casa o en su país por la situación de China, ya será cosa de que analice sus negocios con el gigante asiático o bien que tome con más calma lo que no puede cambiar.