De la escuela normal rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa salieron rumbo a Iguala 100 jóvenes, de los cuales 92 tenían sólo un mes de haber ingresado a la institución, seis eran de segundo año y dos de tercer año, todos dirigidos por el alumno de segundo año, Bernardo Flores El Cochiloco, dice el Informe Ayotzinapa realizado por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).
El documento indica que el objetivo era tomar dos o cuatro camiones para usarlos en su traslado a la Ciudad de México para la marcha del 2 de octubre; pero también da cuenta de la preocupación de Flores por la conformación del grupo, mayoritariamente inexpertos de primer año.
Ese día, varios alumnos regresaron a su casa para cederles sus habitaciones a sus compañeros de otras normales rurales que llegarían a Ayotzinapa para ir al Distrito Federal en grupo a la marcha del 2 de octubre, esto según la versión de los propios normalistas.
La preocupación del líder del grupo venía de que la mañana del mismo 26 de septiembre ya habían intentado tomar camiones en Chilpancingo, pero la Policía Federal lo impidió. El tiempo apremiaba; en ese momento tenía tomados ocho autobuses, pero requerían entre 10 y 12 para completar la caravana que saldría el 1 de octubre a la capital del país, por eso insistieron por la tarde.
“Ya estaba planeada la actividad, Bernardo era el encargado. Yo, A y F fuimos de voluntarios; le dijimos ‘te acompañamos, te echamos la mano’. ‘No hay gente’, dije, ‘hay puro de primero y me agüita porque no saben los compas. Los de segundo ya sabemos’”, declaró uno de los sobrevivientes.
Así, la centena de normalistas salieron de Ayotzinapa en dos autobuses (dos Estrella de Oro con números económicos 1531 y 1568) con dirección a Iguala, quedándose en el cruce de Huitzuco a la altura de la caseta y del restaurante La Palma, para tomar camiones y botear.
Tras varios intentos fallidos, por fin en La Palma lograron parar un autobús de la empresa Costa Line 2513, el cual abordaron seis normalistas, quienes fueron conducidos hasta la central de Iguala con la promesa de que el chofer una vez que dejara al pasaje, cooperaría con la causa de los jóvenes.
Sin embargo, al llegar a la central, el chofer se retractó y dejó encerrados a los normalistas en el camión, quienes pidieron auxilio a sus compañeros de La Palma y de la caseta, quienes acudieron de inmediato.
En esos momentos, Bernardo Flores se encontraba en Huitzuco, y dio su aval para que tanto sus compañeros que estaban en la caseta como los que se encontraban en La Palma fueran a la central de Iguala.
“Por el camino fuimos diciendo al resto que estuvieran listos para evitar que se llevaran a los otros. Los compañeros nos dijeron que no se iban a rajar y que no se iban a dejar. Siempre que hay represión nos golpean o nos detienen. Eso fuimos diciéndoles por el camino. Con el compañero F nos fuimos preparando, hablando con los chavos, haciendo bromas por si nos golpeaban, pero que había que prepararse para eso y que si llegábamos golpeados no importaba, pero llegábamos completos”, dice el testimonio de otros de los estudiantes.
Ya en la central, se encontraron que sus compañeros ya estaban libres, pero entre el enojo por lo que lo que les habían hecho y la oportunidad de tener autobuses a la mano deciden llevarse tres: dos Costa Line con números económicos 2012 y 2510, y uno Estrella Roja de Cuautla.
Del destino de estos autobuses se sabe que los dos Estrella de Oro (en los que llegaron) y los dos recién tomados de Costa Line salieron por la calle Hermenegildo Galeana rumbo al Periférico y el Estrella Roja de Cuautla por la calle Ignacio Altamirano con una docena de normalistas, ninguno de ellos era Bernardo Flores.
Tras la salida de la central camionera, comenzó el ataque contra los normalistas.