El proyecto del Corredor Chapultepec se viene cocinando en el Gobierno del Distrito Federal desde hace más de año y medio. En teoría la solución elevada fue consecuencia de una postura presentada por el inversionista; en la realidad, fue una solución condicionada a los participantes del concurso al que convocó ProCDMX cuando aún se llamaba Calidad de Vida.
El llamado Corredor Cultural Chapultepec es una gran tomada de pelo a la sociedad. Emerge como solución mágica a la falta de espacio público, pero justo en una zona en la que sí hay espacio público y con un proyecto que no es ni cultural ni de parques públicos sino un centro comercial arriba de un acueducto histórico. Es decir, es un proyecto que no tiene pies ni cabeza.
El Jefe de Gobierno quiere que la decisión se tome en una consulta pública. Hay un planteamiento distinto: detener el proceso y forzar, de una u otra forma, a que se haga una propuesta ciudadana. Esta ruta trae beneficios políticos, sin duda, pero lo que Miguel Ángel Mancera quiere ver es una consulta pública que lo muestre escuchando a la sociedad.
La consulta es de alto riesgo. La gente no sabe qué estará votando. Las imágenes mostradas por la autoridad son contradictorias. La vista desde arriba muestra un enorme andador libre de obstáculos; hasta que uno ve los planos se da cuenta que eso no está en el segundo piso sino en el tercero, en el segundo sólo hay comercios y pasillos. Pero las encuestas muestran una tendencia a la aprobación del proyecto.
El Gobierno del Distrito Federal ha anunciado que la consulta, aunque la ley dice lo opuesto, será vinculante. Esto es un acierto, pero también un riesgo. De ganar el sí, no habrá vuelta de hoja, se construirá el Corredor elevado. De ganar el no, el gobierno debería estar convirtiendo en éxito su fracaso: al final de cuentas consultó a la población, como no se había hecho antes.
¿Queremos consulta? La consulta representa en sí una postura pública por parte del gobierno: Mancera y su equipo están a favor del elevado en Chapultepec; cualquier otra posición debería implicar el retiro del proyecto. Hay rumores que el proyecto no cuenta con el respaldo de los colaboradores del Jefe de Gobierno, salvo dos. Si esto fuera cierto ¿por qué seguir adelante con él?
Si el lenguaje que hablamos se llama política, entonces lo que Mancera necesita es perder. Si estamos hablando otro lenguaje, digamos económico, no habría nada más que decir: “Pase usted y disculpe que me haya opuesto al Corredor Chapultepec, fue sólo una desafortunada confusión.” Quiero pensar que estamos hablando política, de lo contrario, pronto veremos proliferar estas estructuras comerciales a la mitad de avenidas de todo el país.
Bienvenida la consulta, por cuanto corresponde a la discusión democrática; por lo demás, yo creo que ni siquiera tendríamos que estar discutiendo la aberración que se propone en Chapultepec.