En México lo que se gasta anualmente en corrupción es 890 mil millones de pesos, lo que equivale a 87 veces el presupuesto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) o 7.7 veces el presupuesto de Sedesol, dijo María Amparo Casar, directora del área anticorrupción del Instituto Mexicano para la Competitividad.
Durante el Panel Las consecuencias de la corrupción de la conferencia Hablemos de corrupción, Casar explicó que es muy difícil medir el daño económico de la corrupción, pues si bien hay estudios sobre lo que se gasta en este rubro, cuestiones como daño en la credibilidad de las instituciones y en la marca México son intangibles para cualquier análisis académico.
Pero en el ámbito económico lo que sí se ve y siente en los bolsillos de los mexicanos es que la corrupción es un impuesto regresivo para las familias más pobres. En los hogares que perciben un salario mínimo se gasta un tercio de sus ingresos para el pago de servicios públicos que deberían de ser gratuitos, tales como la recolección de basura, dijo Casar.
Por eso es tan importante poner el tema en la mesa, pues no sólo se trata de un aspecto ético, sino también de justicia social, finalizó Casar.