GAZA. La violencia en Israel y Palestina continuó ayer por undécimo día consecutivo. Una madre embarazada de cinco meses, su hija de dos años y un menor de 13 años murieron en Palestina por un bombardeo y disparos de las fuerzas de Israel.
La madre de 30 años y su hija fallecieron en un bombardeo israelí en Gaza, en represalia por un cohete lanzado desde la franja, que fue derribado sobre la localidad de Hof Ashkelón sin causar víctimas. Mientras Ahmed Shakara, de 13 años, falleció por un impacto de bala en el cuello durante una manifestación en el campo de refugiados Al Jalazon en Ramala, informó el vocero del Ministerio de Sanidad palestino en Ramala, Mohamad Awawda, que señaló que otras dos personas resultaron heridas por disparos en esa protesta.
Según el vocero del Ministerio de Sanidad en Gaza, Ashraf Al Qedra, su vivienda se vino abajo tras el bombardeo de la aviación israelí con dos misiles aire-tierra que impactaron en las proximidades, y otros cuatro miembros de la familia, entre ellos el padre y el hijo, de 4 años, resultaron sido heridos. El padre tiene rotos un brazo y una pierna.
Se elevan a 24 los palestinos muertos desde que el 1 de octubre se agravó la ola de violencia que había comenzado a principios de septiembre y que tiene como trasfondo la histórica disputa entre judíos y palestinos por la Explanada de las Mezquitas, situada en la zona de Jerusalén ocupada por Israel desde 1967.
Ocho de las víctimas son menores de edad, según la ONG palestina de derechos humanos Al Haq, once murieron en Gaza y el resto en Jerusalén Este, Cisjordania e Israel, estos últimos abatidos tras cometer ataques con arma blanca contra israelíes.
Los heridos palestinos superan ya el millar, cientos de ellos por munición real o balas recauchutadas.
Del lado israelí, cuatro personas han muerto y más de veinte han resultado heridas en este periodo de violencia que, según los servicios secretos de Israel, podría estar remitiendo.
Altos mandos del Shabak dijeron al Gabinete de seguridad del Consejo israelí de Ministros que, pese a las declaraciones y posturas oficiales de muchos de los ministros israelíes, el presidente palestino, Mahmud Abás, “no incita al terrorismo” y que se trata de una erupción de indignación que “proviene de las calles” y en la que Abás se ve “arrastrado” por la voluntad popular.
Una situación que ayer se volvió a reflejar en violentas protestas en Cisjordania -sobre todo en los distritos de Nablus, Tulkarem, Ramala y Hebrón- y en Jerusalén Este, donde se registraron hoy la mayoría de los alrededor de los 80 heridos palestinos, tres de los cuales están en estado crítico según Awawda.
Las protestas populares frente a los puestos militares israelíes en el territorio ocupado, a los que los manifestantes arrojan piedras, cócteles molotov y neumáticos ardiendo, se ven acompañadas por una oleada de apuñalamientos en Jerusalén y en otras ciudades, el último de ellos ayer, en el norte del país, cometido por un miembro de la minoría árabe de Israel.
Cuatro personas, entre ellas dos soldados y una menor de 14 años, resultaron heridas en un ataque con arma blanca que protagonizó un árabe israelí de 20 años después de haberlos arrollado con su vehículo a la entrada de la localidad Gan Shmuel, unos 50 kilómetros al norte de Tel Aviv. La vocera policial Luba Samri indicó que la herida grave es una soldado de 19 años.
En otro suceso, a primera hora del día, un agente israelí y una conductora palestina resultaron heridos por quemaduras cuando, según la policía, ésta hizo estallar un pequeño artefacto que llevaba en su coche adjunto a una bombona de gas.
Un testigo palestino citado por la agencia Maan sostiene que no se trató de una explosión deliberada sino provocada por un fallo eléctrico.