En un momento difícil en el entorno económico y político internacional, México se ubica en una posición relativamente ventajosa en relación con otras economías al tener un fuerte vínculo en su balanza comercial con Estados Unidos, el país que por el momento apunta a tener la mejor condición económica, y relativamente distante de una economía como China, en desaceleración y con una menor demanda de materias primas.
Sin embargo, decir que si la economía de Estados Unidos crece nuestra economía irá de la mano resulta muy cuestionable ya que nuestra relación está más ligada por la parte de la producción industrial y las manufacturas; en ese rubro la actividad del país vecino vive un proceso de desaceleración y basta con ver los datos de la producción industrial en México, que claramente marcan un crecimiento muy modesto, apenas de 1.0% en la tasa anual como dato al mes de agosto pasado. La lectura, en lo que se refiere al gas y petróleo registró una caída de 6.0% anual, superior a la registrada en julio pasado, lo que explica parte del crecimiento modesto; mientras, la construcción y las manufacturas crecieron a tasas anuales de 2.1 y 3.1%, respectivamente, ayudando al crecimiento referido.
Por la parte interna hemos comentado el avance en lo que se refiere al consumo interno que mes a mes recupera terreno, pero no está exento de riesgos globales todavía. Hoy el aumento en la creación de empleos, el incremento en las remesas familiares, ligera mejora en el salario real, el aumento en el financiamiento bancario, entre otros, han ayudado junto con una base comparativa cómoda a un mejor desempeño en el consumo interno. Sin embargo, en la medida que la confianza al consumidor no mejore y veamos si la desaceleración en Estados Unidos durante el tercer trimestre del año es moderada, existe un riesgo inherente para el consumo privado futuro.
Es claro que al final de la discusión en el Congreso, el Paquete Económico 2016 deberá reflejar una “clara disciplina fiscal” con riesgo de un mayor endeudamiento público si las condiciones internacionales no permiten que México crezca a tasas de al menos 2.5% anual y en donde los ingresos petroleros seguirán limitando al gobierno en su gasto, así como el propio gasto social que sea más político que productivo.
Así, estar más cerca de Estados Unidos que de China nos da cierta ventaja competitiva frente a otras economías emergentes. No obstante, el problema de que los flujos internacionales no tienen nacionalidad puede seguir generando riesgos en divisas, materias primas y mercados accionarios, más que en las tasas de interés.
Hoy estamos viendo que el dólar poco a poco genera cierta estabilidad ante datos económicos que reflejan en la Fed dudas sobre cuándo iniciar el ciclo de alza en la tasas de interés. Si es en diciembre, seguimos insistiendo en un tema exclusivo de “credibilidad de los miembros ante una realidad económica limitada” o en marzo del próximo año en espera de que las condiciones de empleo, inflación y entorno internacional marquen un momento más estable y propicio, aunque ahí vendrá un tema ligado a las elecciones presidenciales 2016 en la Unión Americana y su efecto indirecto al beneficiar a alguno de los partidos políticos.