En México, El Salvador, Honduras y Guatemala se registraron mil 688 agresiones, 31 asesinatos y 39 intentos de homicidio contra activistas en un periodo de tres años, de 2012 a 2014, reportó la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras).

 

El colectivo, integrado por 690 mujeres de México y Centroamérica (CA), en coordinación con Front Line Defenders y Calala-Fondo de Mujeres, presentó en Madrid y Barcelona (ambas ciudades en España) y Bruselas, Bélgica, los datos de su reciente informe 2012-2014 sobre agresiones contra defensoras de Derechos Humanos (DH) en Mesoamérica.

 

De acuerdo con el reporte, en 37% de las agresiones registradas se identificaron componentes de género, es decir, agresiones con formas de discriminación y violencia contra las mujeres motivadas por su identidad o sexo.

 

 

Según el registro, las principales formas en las que se agrede a las defensoras de DH son la intimidación y el hostigamiento psicológico, amenazas, advertencias, calumnias, señalamientos y campañas de desprestigio.

 

Además el análisis mostró que hay un aumento de la criminalización y judicialización, y de las acusaciones penales para castigar e inhibir la labor de las defensoras.

 

Del informe se desprende que las activistas más agredidas son las que trabajan en el ámbito local y rural, representando 54% y 46% de los casos, respectivamente; y en toda la región los principales agresores son agentes del Estado, desde autoridades locales y nacionales, hasta policía y Ejército.

 

Según IM-Defensoras, los datos sirven para identificar las necesidades de protección ante la falta de mecanismos con perspectiva de género.

 

En el informe, la experta independiente del Grupo de Trabajo sobre la Discriminación en la Ley y en la Práctica de la ONU, Alda Facio, escribió que las defensoras no tienen necesidades especiales de protección porque sufran más ataques, sino porque sufren de distinta manera los mismos ataques que los varones o enfrentan ataques distintos, como las agresiones sexuales.

 

 

Para proteger a las defensoras, advirtió, los Estados tienen que partir del hecho de que ellas realizan su trabajo en un ambiente patriarcal donde su misma vida y sus aportes no son valorados en la misma medida que los de los hombres, y donde tienen una sobrecarga de responsabilidades familiares y la violencia y la misoginia son parte de su cotidianidad.

 

 

De acuerdo con la experta, las mujeres han crecido bajo el paradigma de que ellas se merecen todo lo malo que les ocurra, así como tantos otros estereotipos y discriminaciones que son el “pan de cada día” en las sociedades patriarcales, percepción que –convocó Facio– debe desaparecer.