Seguramente si José Antonio Meade continuara al frente de la Cancillería, difícilmente hubiera dado su aval para que un personaje de la calaña de Fidel Herrera Beltrán se convirtiera en cónsul fast track de México en Barcelona.

 

Y no lo habría avalado porque Meade tiene claro que añadir señales negativas al gobierno federal acaba por afectar no sólo la imagen presidencial, sino el desempeño económico mismo.

 

Es una enorme contradicción dar un exilio dorado a un personaje tan impresentable, a la par que los más altos funcionarios de este país, incluido el presidente Peña Nieto, tienen que salir con frecuencia a reconocer que se tiene una enorme crisis de confianza.

 

La mal intencionada propaganda de muchos grupos de poder que le apuestan al fracaso del gobierno han sabido aprovechar muy bien eventos ajenos al gobierno federal, como el caso Iguala, y otros provocados desde dentro, como las propiedades inmobiliarias, para fijar una imagen negativa de la administración federal y con ella del país.

 

Entonces, si este gobierno tiene claro que el desánimo social, la mala prensa, la desconfianza influyen negativamente en el desempeño económico, ¿para qué le echan más leña al fuego?

 

Quizá le apostaban a que pasaría desapercibido el nombramiento del ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, como cónsul de carrera (sin aprobación del Senado) en Barcelona.

 

Hay nombres de ex gobernadores y ex funcionarios públicos que deberían reaparecer en los medios de comunicación, incluidos en averiguaciones previas y no en puestos con cargo a las finanzas públicas.

 

El nombramiento no pasó desapercibido y ahora se le han echado más leños al fuego del desprestigio nacional. No sólo de manera interna, donde este nombramiento no causa otra cosa que indignación, sino también en el exterior.
Herrera cuidó muy bien su relevo en Veracruz y garantizó que no se le molestara ni con el pétalo de una averiguación previa. Pero en España no se anduvieron por las ramas y la prensa ibérica, incluido el diario El País, ubican a Fidel Herrera como protector de narcotraficantes.

 

Además, qué lugar tan inapropiado eligieron los priistas para proteger a su camarada. Justo cuando Cataluña enfrenta un delicado debate interno sobre su posible separación de España. ¿Será que Herrera ya se vio como el primer embajador de México en la Cataluña independiente?

 

La indignación alcanza a la canciller Claudia Ruiz Massieu quien debe explicar por qué designó o dejó pasar a un político tan cuestionado y sin experiencia diplomática a un puesto tan importante.

 

Hay en el equipo del presidente un grupo de funcionarios empeñados en mejorar las percepciones sobre el gobierno y el país. Secretarios de Estado que desde sus trincheras financieras, de gobernación o educación buscan recomponer la muy dañada confianza interna.

 

Pero hay otros que desde posiciones de mucho poder siguen pasando facturas con el logotipo tricolor y consiguen este tipo de protecciones a personajes como Fidel Herrera.

 

El desempeño económico pasa por la confianza. No hay economía que pueda crecer donde los consumidores e inversionistas no sientan que se respetan sus derechos, se aplican las leyes y se castiga (o al menos investiga) a los presuntos responsables de toda clase de delitos.