El día que consulté las carpetas del proyecto de obra del “Deprimido Mixcoac” salí nervioso de las oficinas de la Secretaría de Obras, llegué a mi computadora y de inmediato respaldé las fotos que había tomado a decenas de planos. Llegar a esta información había implicado incluso un recurso de revisión en el Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales del Distrito Federal.

 

La ciudad vivía las campañas así que opté por no difundir la información de inmediato sino trabajar en el proyecto alternativo, que hice público semanas después de las elecciones por medio de un video que tuvo un buen impacto entre vecinos, redes sociales y medios de comunicación. A raíz de éste, surgió contacto con autoridades de distintas dependencias y pude avanzar hacia un proyecto mucho más seguro que no sólo no robara espacio al peatón, sino que incrementara los espacios, aprovechando que el flujo vial de largo alcance irá por debajo de la vía.

 

Para lograr estos avances ocurrieron varias cosas, que me han dejado una grata experiencia pero a la vez otras preocupaciones. Un amigo, según me contó, dijo al Jefe de Gobierno: “en Mixcoac háganle caso a Roberto Remes”, y él habría asentido. En paralelo, una diputada local, Laura Ballesteros, hoy funcionaria de la Secretaría de Movilidad, se habría ofrecido con Miguel Ángel Mancera para detonar una solución, así que fui convocado a reunión con el Secretario de Obras, Edgar Tungüí, y la Secretaria de Medio Ambiente, Tanya Müller, quien hasta entonces no veía una solución ciclista en ese espacio.

 

Al cabo de varias reuniones entre gobierno y organizaciones sociales, se aceptó mi planteamiento: no recortar banquetas, modificar geometrías, ampliar el camellón central, dar continuidad al camino peatonal al centro de Río Mixcoac, hacer que los carriles superficiales funcionen como lateral de Circuito Interior y no como otra avenida, y en general pensar el espacio hacia la vida y no como parte de las estadísticas mortales de la ciudad. Mi planteamiento está reduciendo la tala de árboles programada, aunque pesa que aún así habrán talado 599.

 

En los últimos meses he trabajado con la Secretaría de Obras detalles proyecto. Todavía falta mucho por avanzar entre Félix Parra, Molinos y el Metro Mixcoac. Debo reconocer la sensibilidad tanto del secretario Tungüí como de la secretaria de Gobierno, Patricia Mercado.

 

He dedicado muchas horas de manera gratuita a este proyecto, he pagado a colaboradores para materiales gráficos que empleé en la propuesta, los avances logrados son mi orgullo y también mi reconocimiento a la sensibilidad tardía de un gobierno que indebidamente utilizó la represión en ese sitio hace algunos meses.

 

Sin embargo, en paralelo a esta historia, ocurrió un enredo que me causó un enorme coraje hace unos días. Alguna o algunas instancias de gobierno fueron trabajando con otras organizaciones sociales modificaciones a mis planteamientos, desvirtuando beneficios y simulando mi respaldo, cuando fui intencionalmente excluido.

 

Esta situación me ha dejado una gran lección sobre la problemática general del gobierno de Mancera, y eso es lo que quiero comunicar en este artículo: el Jefe de Gobierno (y él, por supuesto, es responsable de lo que diré enseguida), cuenta con colaboradores muy comprometidos y sensibles, pero también con rapiñeros que sólo están para enredar las posibles soluciones y hacerse pasar por héroes. No hay que observar mucho para saber quién es quién, lo malo es que ha sido una constante en muchas historias durante la mitad de su mandato.