Una lista de aspirantes que deja claro el panorama: al cambio no le quedará más remedio que surgir desde adentro de la FIFA y no, como parecería más viable, desde el exterior del organismo. Eso, si finalmente cambio existe, que hoy estamos en condiciones de dudarlo.

 

Los candidatos a la presidencia de la FIFA son casi en su totalidad viejas caras de la institución y a continuación los repasamos, al tiempo que evaluamos sus posibilidades.

 

Michel Platini era hasta hace unas semanas el verdadero favorito para quedarse con el trono de Joseph Blatter. El sospechoso pago que recibió en 2011 y la actual inhabilitación, lo dejan prácticamente marginado, aunque todavía espera resurgir (y junto con él, el Comité Organizador de Qatar 2022, al haber sido de los principales promotores del torneo en el Emirato). Será difícil, ya incluso con algunos federativos europeos dándole la espalda.

 

Gianni Infantino, brazo derecho de Platini en la UEFA, ha sido el último en postularse; esto podría obedecer a que el directivo ítalo-suizo se asuma como alternativa a Platini. Es decir, si el ex futbolista francés no pudiera contender, ahí estaría ya inscrito su principal asesor. Inesperada su inscripción, pero tendrá fuerza.

 

Jerome Champagne fue alguna vez íntimo del propio Platini y secretario general en la FIFA de Blatter. Su proyecto es quizá el más estructurado y enterado de todos, aunque cuando presentó su candidatura para los comicios anteriores, lo hizo elogiando y defendiendo el legado a Sepp. No creo que prospere.

 

Tokyo Sexwale es un viejo político sudafricano, alguna vez alto cargo del gobernante partido ANC. Vinculado al futbol porque en su etapa de prisión en la isla de Robben fue de los organizadores de la liga de futbol de los presidiarios. Posteriormente, ocupó altos cargos políticos y, ya en la iniciativa privada, se enriqueció a inmensas proporciones en negocios vinculados a la minería. Ha encabezado el comité de la FIFA contra el racismo y ha sido persona muy cercana a Blatter; en su país es común que se cuestione su veloz riqueza. Si logra contar con el apoyo unánime de su continente (más de 50 votos), se le deberá de tener en cuenta.

 

David Nakhid es el único ajeno al universo FIFA. Ex futbolista trinitario, charlé con él un mes atrás en Puerto España: progresista, inclusivo, muy crítico de cómo se ha manejado el futbol y de la transparencia que se pretende instaurar. Espera fortalecerse con votos del Caribe (hay 25 en juego), así como del Medio Oriente, considerando su ascendencia libanesa. Su activismo inició desde que jugaba, cuando fue vetado del equipo nacional por su oposición a Jack Warner. No creo que logre trascender.

 

El príncipe jordano Ali bin Hussein ha encabezado al futbol asiático y llegó a los comicios anteriores respaldado por Platini. Si consigue los votos de su continente (46 en total), más algunos de los europeos que ya le apoyaron en mayo pasado contra Blatter, peleará hasta el final o incluso ganará. Ganó renombre al exigir un año atrás que se publicara la totalidad del informe sobre la adjudicación de Rusia 2018 y Qatar 2022.

 

El jeque Salman bin Ebrahim al Khalifa de Bahréin. Su nominación ha generado protestas de defensores de derechos humanos, al identificársele con la represión durante la Primavera Árabe bahreiní. Se le acusa de la detención y tortura de decenas de deportistas de su país que participaron en las protestas contra el gobierno. Ha sido otro de los grandes apoyos del controvertido Qatar 2022. Dudo que trascienda, aunque tiene sólidos apoyos en todas las federaciones. Sería el colmo, pasar de los problemas de corrupción a los de derechos humanos.

 

Por último, el liberiano Musa Bility, presidente de la federación de futbol de su país. Pretendía posponer la elección y crear una administración interina que propiciara una mejor transición. El candidato que ha contado con menores reflectores, aunque fuerte en su continente.

 

Todos hablan de cambio, pero muy pocos de ellos lo son.

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