El término “Carmageddon” se refiere, por un lado, a un videojuego del mismo nombre, en donde la misión es dañar los autos del contrario, y por otro, al caos vehicular. Igualmente hace referencia implícita a la película Armageddon, protagonizada en los años noventa por Bruce Willis, en la que la inminente colisión de un meteorito sobre la tierra representa el máximo caos posible, al que por supuesto se añade la sazón inverosímil del cine hollywoodense.

 

En 2011, ante el cierre temporal de una autopista de Los Ángeles se esperaba una congestión sin precedentes, así que el término “Carmageddon” se usó para referir el momento más crítico. Ese momento no llegó, la gente estuvo tan alerta de lo que sucedería que cambió sus patrones de viaje, así que las otras autopistas estuvieron vacías.

 

En la Ciudad de México estamos acostumbrados a vivir de distintas maneras el Carmageddon, puesto que la coincidencia de obras viales, manifestaciones e inundaciones se aproxima a la inverosimilitud del cine de Hollywood. No obstante, me atrevo a decir que estamos caminando a los 12 días más caóticos en la historia de esta ciudad: el arranque del tradicional “Puente Guadalupe Reyes” en el marco de la paulatina eliminación del Programa Hoy No Circula.

 

Como es sabido, un fallo de del Poder Judicial determinó la inconstitucionalidad de las restricciones vehiculares por año del vehículo, y la Secretaría de Medio Ambiente tuvo que actualizar las reglas para la expedición de la “calcomanía 0”, aquella que se entrega autorizando a los vehículos a circular todos los días. Esto ha llevado en los últimos meses a un crecimiento del número de vehículos en circulación, no sólo por la venta de nuevos coches, sino también porque miles de autos han vuelto a circular diario.

 

No suelo manejar todos los días, pero por un proyecto estoy conduciendo más veces a la semana de lo normal, y tengo la misma sensación de aquellos con mayor dependencia del uso del auto: hay más congestión. A esto se suman otros factores: el ritmo de crecimiento de ventas de la industria automotriz, la inducción de tráfico que han implicado obras viales en los últimos años, y por supuesto los factores temporales como las obras públicas, pero que en conjunto son permanentes, porque en una ciudad de estas dimensiones siempre habrá obras públicas.

 

El tema del Hoy No Circula tiene una solución en el corto plazo: elevar las restricciones vehiculares, para que sólo ciertas tecnologías de modelos recientes puedan exentar las restricciones del programa. Sin embargo, instrumentar esta política toma al menos un ciclo de verificaciones: seis meses. El tema de mejorar las vialidades está atorado en una realidad: ya no hay mucho que hacer; llenar de autopistas urbanas la ciudad sólo daría un respiro de menos de un lustro.

 

La única salida al Carmageddon es mejorar el transporte público, pero esta solución se antoja todavía más complicada: Semovi se ha empeñado en sustituir microbuses por “microbusotes” morados, sin dar un buen modelo de operación ni un carril exclusivo que lo haga competitivo frente a los autos. Semovi pronto lanzará nuevos “corredores de transporte público” en los que las cosas seguirán funcionando igual, sin ser una alternativa frente a la congestión.

 

Y por otro lado, la empresa Uber podría ser la única que capitalice el Carmageddon, lanzando su servicio “Uber pool”, el taxi colectivo de lujo, sin que la autoridad esté preparada para este golpe, como ya ocurrió con su servicio tradicional.

 

De momento, sólo podemos anticipar: del 12 al 24 de diciembre ocurrirá el Carmageddon CDMX: estad preparados, o sacad la bicicleta.