El proceso de exhumación del cuerpo de Julio César Mondragón Fontes, estudiante de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, es realizado por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF)
El grupo de expertos es auxiliado por funcionarios de la Procuraduría General de la República, personal del Poder Judicial del Estado de México, elementos de la Policía Federal y Estatal, estos últimos resguardan el perímetro del panteón ubicado en la comunidad San Miguel Tecomatlan, Guerrero.
La familia del estudiante demandó la exhumación y un peritaje completo para determinar con métodos científicos la causa de su muerte.
A través de un comunicado, familiares y amigos del joven de 22 años afirmaron que “fue torturado y ejecutado extrajudicialmente el 26 de septiembre de 2014. Al día de hoy se desconoce quienes son sus victimarios y porque hubo tanta saña en su contra”.
Los familiares de Julio, madre y esposa, precisan que el proceso es sumamente doloroso pero están dispuestos a enfrentarlo con el objetivo de que se sepa verdaderamente las circunstancias y causas del por qué le fue arrebatada la vida con tal saña.
La primera autopsia que se le hizo al cuerpo, muestra varias fracturas de cráneo, hemorragias internas y otras heridas producto de torturas.
Su cráneo fue desollado, una táctica frecuente usada por los cárteles de la droga para crear terror. Luego, las fotografías de su cadáver fueron subidas a internet.
A diferencia de los padres de los 43 estudiantes, los seres queridos de Julio César Mondragón tuvieron un cuerpo que enterrar. Pero eso no les dio mucho consuelo porque el cadáver ofrecía un brutal testimonio de los horrores que padeció momentos antes de morir. (Con información de Quadratín)