Resistente, ligera y natural: La madera deja de ser únicamente reina de los catálogos de decoración para, además de decorar estancias, vestir a las personas con gafas, bolsos, auriculares o hasta relojes fabricados con un material que guarda personalidad en cada veta.

 

Los complementos de madera se hacen un hueco en el cajón pero, hace un lustro, cuando el fundador de la marca Woodglass, Martín Rendo, se recorría las carpinterías locales con la idea de unas gafas de madera en la cabeza, lo tacharon, poco menos que de loco.

 

“Empezamos hablando con carpinteros, que estaban bastante perdidos, así que al finalquienes nos dieron la clave fueron los artesanos” cuenta hoy a Efe Estilo Rendo, quién apenas tenía referencias de empresas dedicadas a obtener monturas de los árboles cuando abrió su firma en el año 2011.

Foto: EFE
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De la cabeza a los pies

 

Rendo es de Galicia, donde desde el calzado tradicional, las zocas, hasta el plato que sostiene el manjar autóctono, el pulpo, están hechos con el noble material. Sin embargo, la única relación directa con la madera de este fotógrafo y diseñador gráfico era “el suelo de casa”, bromea.

 

“La gente que nos ayudó sigue haciendo platos o cajas de madera, pero cuando empezamos tuvimos que ver muchos videos de Youtube, buscar las pistas, aunque ahora ya venden visagras para gafas de madera”, explica Rendo, quién empezó su andadura en la marca junto a Arturo Gutiérrez, músico de profesión, que ahora crea bolsos con el rígido material bajo la marca DLC Woods.

 

La madera tiene algo ecológico, pero también algo estético, el material ya tiene las decoraciones incorporadas, y gana a la larga, con el plástico tienes suerte si te dura más de un año”, argumenta Rendo.

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Traspasando fronteras

 

Aunque las gafas, fabricadas en madera de nogal y de arce, se venden muy bien en las tienda de moda, “a los ópticos no les acaban de gustar”, reconoce el fundador de Woodglass, quién se ha aventurado el último año a crear monturas en un acetato orgánico, que proviene del algodón y de los árboles.

 

Con el nuevo material, los ópticos los toman “más en serio”, y les han abierto las puertas para vender en Uruguay, México, Noruega o Francia, señala Rendo, quién además de tener varios puntos de venta en la península ofrece su producto en internet.

 

 La competencia en la fabricación de monturas de madera, un terreno, a priori, inusual, se ha acentuado con los años. China no se queda atrás y llega pegando fuerte: “Tienen buenas calidades y precios con los que no podemos competir”, reconoce.

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Marcando el tiempo

 

Enoc Armengol, diseñador y cofundador de la firma barcelonesa MAM Originals, comparte la opinión de que las gafas de madera ya se han popularizado a nivel mundial.

 

Armengol empezó a fabricar, hace también un lustro, monturas de madera. Luego, vinieron las carcasas para móviles y, hace unos meses, lanzó una particular colección de relojes, con la correa y la esfera de este material.

 

“A nivel tecnológico antes era imposible crear un artículo así en madera, pero la tecnología y la experiencia del trabajo a mano permiten ahora unas cosas que antes eran impensables” explica Armengol, quién tampoco niega que el hecho de que la ecología esté más presente en la sociedad haya ejercido su influencia.

 

“La madera puede estar más o menos de moda, pero la dimensión ecológica y natural es una parte que antes no se tenía en cuenta, y ahora se valora más”, explica el fundador de la firma, que apuesta por aprovechar, dentro de lo posible, maderas que partes del árbol que la gran industria no utiliza, como las ramas.

 

La hora de la ecología

 

“También estamos cerrando un acuerdo para replantar árboles”, cuenta el fundador de la firma, que ya ha viajado a Indonesia, de donde importa el bambú, para colaborar con la ONGHarapan Project, que educa a los niños a cuidar el entorno.

 

“A la gente le sorprende ver relojes de madera, pero cuando la oscuridad del material impide ver la veta, a veces no se dan cuenta hasta que lo cogen”, cuenta el fundador de la marca, que tiene en su colección con un reloj de bambú, el menos pesado, de solo 120 gramos.

 

Además de la ligereza, la madera suma a sus ventajas que es hipolaergénica, ya que no está barnizada, y que es un buen aislante térmico, a diferencia del metal, lo que permite que no se caliente en verano y que no produzca escalofríos con el frío del invierno.

 

Más allá del veteado que hace a cada pieza de madera única, los relojes también cambian ligeramente de color debido al uso y al paso del tiempo, envejeciendo a la par que su dueño.