Si pudiéramos ver una radiografía económica del México de los años 70 o los 80 veríamos a un país altamente dependiente del petróleo, boyante por los ingresos que obtiene de esa fuente.
Ese país estaba confiado en su poder petrolero y el costo tras el derrumbe de los precios en una de tantas crisis mundiales de energéticos dio al traste con la economía y la estabilidad financiera del país y de varias generaciones.
Mientras que el turismo empezó a crecer, en la mayoría de los casos de una manera anárquica.
En el presente vemos una industria petrolera en transición, en momentos en que la empresa del Estado está en una crisis profunda, con un nivel muy bajo de precio y producción, mientras que los particulares buscan el negocio en momentos de vacas flacas energéticas.
Lo dijo recientemente la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, los países petroleros van a tener que buscar otras actividades económicas para suplir esa industria en crisis.
En el caso de México, afortunadamente desde los años 90 se dio un virtuoso escenario de apertura económica que ayudó a muchos sectores industriales a encontrar alianzas para la exportación.
El turismo lleva muchos años ampliando su oferta y profesionalización. Falta aún encontrar ese punto medio entre la marca México y la promoción individual de los sitios turísticos como su propia referencia. Vamos, que un turista no viaje a México, que viaje a Puerto Vallarta. Que las vacaciones sean a la Ruta Maya, no simplemente a México.
Como en muchos productos, la marca es la famosa y el corporativo es sólo un respaldo de calidad.
Un común denominador en la suerte de las industrias petrolera y turística es el tipo de cambio. El dólar sube frente al peso en buena medida porque los precios de los energéticos se derrumban.
Esos dólares más caros aumentan el poder de compra de los turistas extranjeros y obligan a muchos de los paseantes nacionales a considerar destinos internos antes de gastar más fuera de las fronteras.
Hoy existe un México boyante y uno en profunda crisis.
El México de envidia es el turístico, con un crecimiento de su Producto Interno Bruto en el segundo trimestre de 4.3% en su comparación anual, básicamente por la llegada de más turistas extranjeros.
Ayuda la promoción, pero más ayudan los dólares a 17 que compran más productos locales con el mismo gasto para los turistas.
Un dato del IMSS ayuda a entender estos dos escenarios: el México turístico de Baja California Sur o Quintana Roo mantienen tasas de registro de empleos formales de 9%, mientras que el estado petrolero de Campeche los pierde a un nivel superior al 8%.