¡Fiesta sin parangón la que organizó don Alberto Bailleres para declarar oficialmente inaugurada “la mejor tienda del mundo”: Palacio de Hierro-Polanco!
La memorable fiesta de don Alberto Bailleres y familiares (él, recipiendario de la medalla Belisario Domínguez, con toda justicia para este columnista), para reabrir el espectacular Palacio de Hierro-Polanco (“ahora, la mejor tienda del mundo; o sea el Palacio de los Palacios”, apuntó el propio Bailleres) reunió a más de 6 mil 500 integrantes de los más altos niveles de la política del mundo político, empresarial, artístico y social de México, y de otras naciones del orbe, que verdaderamente quedaron estupefactos ante la extraordinaria organización, bienvenida de la familia de don Alberto Bailleres a todos sus amigos, vecinos, clientela plural, etcétera.
La inversión de este maravilloso espacio de moda (todas las marcas habidas y por haber, además de un departamento de perfumes sólo para los que aman la cinta El Perfume, de Suskind), diseño (enseres arquitectónicos, muebles, cuadros, objetos), gastronomía internacional y nacional, etcétera, rebasó los 300 cientos millones de dólares y, por supuesto, el arquitecto Javier Sordo Madaleno es uno de los principales artífices de este nuevo proyecto que aparece ahora un siglo después del nacimiento de Palacio de Hierro y, sin lugar a dudas, no sólo es ahora el mejor destino de lujo de Latinoamérica, “sino del orbe, sólo equiparable a las tiendas de Dubai”.
60 mil metros cuadrados de espacios en una tienda de lujo
Of course, la ubicación continúa siendo la misma (Homero y Platón), pero ahora con el doble de espacio (más de 60 mil metros cuadrados), estacionamientos futurísticos, restaurantes para los gustos más excelsos. Y claro, Palacio renace como uno de los sitios que (puedo decir que será el lugar no sólo de moda sino de reunión máxima de la sociedad mexicana).
La planta baja está inspirada en Paseo de la Reforma y de sus glorietas más bellas e importantes. Para el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, el gobernador Eruviel Avila, la celebrité de las modelos, Carmen Dell’Orefice y su staff, Andrés Valencoso, Isabelli Fontana, Elsa Sendnoui y Jon Kortajerena; José María Blanco, los Tous; Manuel Arango, Marie Therese Hermand de Arango, Paco Gil y su bella esposa, Margarita White de Gil, Brunon Neuman, doctor Enrique Sánchez, Ingrid Yrivarren, Desireé Navarro, los Rubín, Juan Francisco Druz, Lorenzo Ruiz, Carlos Herrera con su esposa; entre otros, concordaron que el segundo piso de Palacio los hizo recordar las Lomas de Chapultepec y Polanco, donde la zona infantil se parece a la feria de Chapultepec. Por cierto, la zona masculina (para todas las tendencias, clásica, contemporánea y moderna) tiene influencia de los barrios Roma-Condesa. Y claro, el piso del hogar y muebles está decorado (ahí vi también un espacio importante del Museo de Arte Popular, un orgullo para Sonia Santos y Marie Therese Hermand de Arango) al puro estilo ¡de la zona del Pedregal y San Ángel!).
Y si me refiero a la emblemática fachada que me fascina –en forma de pirámide— porque se mantuvo su forma original. Y me refiero a las marcas masculinas como Armani, Brioni, Jack &Jones, Polo Sport, Slower, Orlebar Brown, Eton, Chevignon, Lyle & Scott y los tan solicitados zapatos de Dior Homme. No debo olvidar que esta reinauguración se llevó a cabo con amigos de la marca, directivos, decenas de top models nacionales e internacionales, gente de los alrededores a la que don Alberto Bailleres les envió especial invitación y un regalo “por las molestias que la obra causó a cientos de vecinos del rumbo más elegante de la metrópoli”.
Otras celebridades como los Berger, Michel Domit con su pareja; Raquel Bessudo, Ana Gaby peralta, María de los Angeles Moreno, Adriana Salinas de Gortari, Martín Olavarrieta, los Martínez Vértiz; entre otros, felices porque encontraron –entre las marcas más lujosas– nombres como el de Carolina Herrera, Prada, Hermés, Fendi, Tiffany & Co. y muchas más. Además, hubo mesas gourmet a cargo de Lalo Palazuelos, Mónica Patiño, Martha Chapa, Arantxa Saracho, y los habituales. Y hasta la próxima, ¡abur!