El salmón de la empresa estadounidense AquaBounty se convirtió hoy en el primer animal transgénico que Estados Unidos legalizó para el consumo humano, aunque está por ver cuándo este pescado, envuelto en la polémica, llegará a los supermercados y platos de los estadounidenses.
El pescado, apodado por sus detractores como “Frankenfish” por el monstruo Frankenstein y “fish” (pez, en inglés), recibió hoy la luz verde de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EU (FDA) que, en un comunicado, consideró ese salmón “nutritivo” y “seguro para el consumo humano“.
El nuevo salmón, llamado “AquAdvantage Salmon” por la empresa AquaBounty Technologies, ha sido modificado genéticamente para crecer el doble de rápido que el pescado convencional “silvestre” y alcanzar, con menores gastos, el tamaño mínimo requerido para ser vendido en el mercado.
En concreto, el salmón genéticamente modificado logra el tamaño adulto en unos 16 o 18 meses, frente a los 30 meses de los salmones que se crían de forma natural, gracias a una hormona de crecimiento importada de una especie de salmón del Pacífico llamado “chinook” y el gen de un pez anguila.
Para aprobar el consumo del producto, la FDA, responsable de la regulación de alimentos, requiere a Aquabounty, que tiene sede en Massachusetts, que el pescado crezca en dos instalaciones terrestres, ubicadas en Panamá y Canadá, en vez de en jaulas oceánicas, para evitar que escape en la naturaleza.
“La FDA consideró la solicitud de aprobación en diferentes fases de revisión (…). AquaBounty Technologies mantuvo sus primeras conversaciones con la FDA a mediados de la década de los 90”, explicó a Efe una portavoz de la agencia, que destacó el “minucioso” proceso que se ha seguido para autorizar ese producto.
En su documento para autorizar el consumo de este animal, la FDA asegura que no existen diferencias biológicas relevantes entre el salmón de Aquabounty y sus compañeros y, por ello, el producto no debe de llevar el etiquetado especial de “genéticamente modificado”, como reclamaban sus detractores.
En el centro de la polémica sobre este animal se sitúa la industria pesquera de Alaska, así como grupos de consumidores y defensores del medio ambiente, que consideran que la decisión de la FDA abrirá la puerta a la venta de más animales modificados genéticamente, como cerdos, vacas o pollos.
“No hay lugar en nuestros platos para el pescado modificado genéticamente”, advirtió Pete Knutson, propietario de la empresa Loki Fish Company, que considera que la venta del pescado transgénico pondrá en peligro a los pescadores de Alaska y la región de Puget Sound (estado de Washington), también dedicada al salmón.
“Vamos a continuar trabajando para asegurarnos de que todo el mercado, desde las tiendas de comestibles hasta los restaurantes, continúan escuchando a la mayoría de los consumidores que no quieren comer este pescado modificado genéticamente y sin etiquetar”, avisó Knutson en una nota de prensa.
Organizaciones críticas con el proceso, como la medioambiental Friends of Earth, aseguran haber ganado en los últimos años el compromiso para no vender el nuevo salmón de 60 cadenas de supermercados con nueve mil tiendas en todo EU, entre las que destacan los populares supermercados de Whole Foods, Trader Joe’s y Target.
La fecha en la que el salmón de la empresa Aquabounty podrá pasar del agua al plato está rodeada de incertidumbre por la oposición de los supermercados, aunque en 2010 la compañía dijo que, si el producto era aprobado, podría estar a la venta en dos años.
“El salmón de AquAdvantage representa un punto de inflexión porque traerá alimentos sanos y nutritivos a los consumidores de una manera responsable con el medio ambiente, sin dañar el océano y a otros hábitats marinos”, afirmó por su parte el presidente y director ejecutivo de AquaBounty, Ronald L. Stotish.
Frente a las críticas, la compañía defiende que el salmón modificado genéticamente reduce los costes de producción e impactos ambientales asociados a la cría de este popular pescado y, además, tiene el mismo sabor, color, textura y olor que los ejemplares criados de forma tradicional.
La legalización del salmón transgénico supone un precedente para otros gobiernos que podrían imitar la decisión de EU, donde un 37% de los adultos considera que los alimentos modificados genéticamente son seguros, frente a una mayoría del 57% que los desaprueba, según una encuesta de enero de 2015 del centro Pew Research.