Los mercados siguen sudando la calentura que les provoca la pesadilla del próximo aumento de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED).

 

Salvo algunos novatos que anden por ahí en los pasillos financieros, la mayoría de los inversionistas y sus operadores saben de alzas y bajas en las tasas de interés, tienen experiencia en el cambio de las políticas monetarias y han padecido tiempos de volatilidad.

 

Pero la realidad es que un cambio en la política de híper laxitud que mantuvo por más de una década el banco central de EU es algo inédito para todos. Sobre todo porque aquellos dólares fáciles siguen alojados en los más diversos mercados del mundo esperando escuchar el escopetazo de salida.

 

Y es justamente ese el temor, que la evacuación de los más diversos mercados de renta variable, emergentes, de mayor riesgo, sea en estampida. Esa siempre será una expectativa porque los capitales no tienen patria en estos tiempos globales.

 

¿Realmente será tan descontrolado un regreso a la calidad y a la comodidad de los bonos del tesoro de Estados Unidos si se tiene una fecha, un porcentaje de aumento y una promesa de no hacerlo de manera precipitada en los meses por venir?

 

Nadie sabe realmente qué decidirán los banqueros centrales estadunidenses en su reunión de diciembre. No hay sentido común que aplique, porque hoy existen dos visiones que tienen lógica.

 

La del necesario inicio del aumento para darle cadencia, gradualidad y un calendario, y la de aquellos que aseguran que hoy los indicadores de empleo e inflación no están listos para que se dispare el primer aumento.

 

El peligro de postergar el primer cuarto de punto hasta que se cumplan 100% de las indicaciones del libro de texto de tener una inflación tendiente a 2% y una tasa de creación de empleos superior a 250 mil plazas sostenidas cada mes, es que podría desatarse un imprevisto que obligue a abandonar los planes de la gradualidad.

 

La realidad es que hoy la inflación general está cercana al cero, de hecho marcó 0.2% anualizada en su reporte de octubre, pero la inflación que elimina los productos volátiles como las gasolinas o los productos agropecuarios, está en 1.9%. O lo que es lo mismo, en el nivel ideal para la Fed.

 

Los niveles de empleo están ya en el terreno de justificar un aumento preventivo, que no a los niveles proyectados de tener una tasa de interés neutra en torno a 2%. Pero ya están las cosas en el terreno laboral para soportar 25 puntos base este año.

 

Hoy Francia y Rusia están en guerra contra el mal llamado Estado Islámico, nada impide que un acto de barbarie o el sentido común haga que Estados Unidos declare esa guerra también. El teatro de operaciones es Medio Oriente, ahí pegadito a naciones como Irán, lo que podría generar presiones adicionales en el precio del petróleo y con ello un aumento en la inflación que podría ser repentino.

 

Podría no ser así y que la paz de los precios de las gasolinas sigan inundando el mercado estadunidense por largo tiempo. Pero en términos de prudencia parecería que deshacerse de la incertidumbre de cuándo llega el primer aumento podría no ser tan malo para aspirar a planear con base en un hecho: se acabó ya la fiesta de los dólares.