No hay duda que 10 goles en siete partidos enamoran, y más si el que los hace se llama Javier Hernández, le apodan Chicharito y desde su llegada al Bayer Leverkusen ha disparado a 5.6 millones los seguidores vía Twitter del club de la aspirina. Una explosión mediática que llama la atención de cualquiera y más si ese “cualquiera” es el segundo hombre más rico del mundo, nada menos que Carlos Slim, con quien el Bayer ya ha entablado contactos para que el multimillonario mexicano tenga una importante participación financiera en el club alemán, según informó el propio equipo.
Es el Efecto Chicharito, alguna vez aprovechado por el Manchester United y hasta por el Real Madrid, pero nunca tan potencializado como hasta ahora se pintan las cosas en Alemania, según el portal deportivo de noticias express.de, que ayer destacó entre sus notas principales las pláticas que han arrancado entre el director de marketing del Bayer Leverkusen, Jochen A. Rotthaus, y Carlos Slim, quien entre sus activos deportivos tiene acciones en el Real Oviedo en España y en el León de la liga mexicana.
“Sí, estamos hablando sobre la comercialización de derechos comerciales con Carlos Slim”, fueron las declaraciones de Rotthaus para el medio Express.de, de la ciudad alemana de Colonia, vecina de Leverkusen.
Y lo que más podría acelerar un fluido desenlace para tal alianza comercial es la amistad de Javier Hernández con el hijo de Carlos Slim, Marco Antonio Slim, sumado a las lentitud de las negociaciones entre la empresa coreana LG y el equipo. LG es el principal anunciante en la camiseta del Bayer Leverkusen.
Y no es todo. La fiebre por Chicharito le ha ganado dentro de las oficinas administrativas del Bayer el mote de “paquete completo”, porque “es un elemento que no causa problemas de promoción”. Al menos ese es el discurso de Michael Schade, director general de Bayer respecto a los resultados comerciales obtenidos con la inclusión de Chicharito en el equipo.
“Se han superado todas nuestras expectativas (del Grupo Bayer)”, expresó Shade, con lo que deja abierta una puerta para que Slim extienda sus tentáculos comerciales a una tierra cimbrada no por el “efecto tequila”, pero sí por el “efecto Chicharito”.