Todas ellas hicieron historia, casi todas, incluso, se han convertido en mitos, y las doce fueron mujeres que contribuyeron a formar la conciencia femenina, desde culturas, sensibilidades, profesiones y ambientes sociales muy diferentes. Y desde luego, todas lucharon por tener “su propia vida y proyecto”.

 

La lista la conforman doce, son todas las que están, pero no están todas las que son, pues la lista sería entonces muchísimo más larga y la edición de un libro se encuentra, entre otras, con la limitación del número de páginas.

 

El libro se titula “La pasión de ser mujer” (Ed. Circe) y sus autoras son dos mujeres, Eugenia Tusquets y Susana Frouchtmann, que han logrado meterse en la piel de las doce biografiadas con el principal propósito de humanizarlas.

 

Con el fin “de penetrar sin pudor en sus vidas y descubrir algunas de sus experiencias, en ocasiones desconocidas, en otras, distorsionadas por la historia oficial”, escribe la primera de ellas en el prólogo.

 

Después de elaborar listas y listas de posibles candidatas, Tusquets y Frouchtmann se decidieron por Hedy Lamarr, madame De Staël, María Callas, Emilia Pardo Bazán, Virginia Wolf, Raquel Meller, Eleanor Roosevelt, Remedios Varo, Hannah Arendt, Mercè Rodoreda, Anaïs Nin y Teresa de Ávila.

 

“En muchos casos -destaca Eugenia Tusquets en una conversación con Efe- la imagen de estas mujeres nos ha llegado distorsionada“. De ahí que hayan querido “enfocarla” para, sobre todo, mostrar esas doce personalidades riquísimas “a tantas mujeres jóvenes que hoy no saben quiénes fueron muchas de ellas”.

 

Creando historia

 

Y si las conocen, “que no crean -apostilla Susana Frouctmann- que fueron divas inalcanzables; eran normales en su vida diaria, personal. Mujeres normales que pusieron mucho empeño por salir adelante. Y todas lo lograron”.

 

Después de “remover, remover y remover mucho” en biografías y documentación escrita y gráfica, encontraron “cosas” que se conocen poco de algunas de ellas o, incluso, no se conocen.

 

El libro muestra a una bellísima Hedy Lamarr en su doble condición de estrella de Hollywood e inventora de, entre otros artilugios, el “espectro expandido”, en el origen de avanzadas tecnologías civiles y militares.

 

O a una madame De Staël precursora del feminismo, alguien que se atreve a llamar a las cosas por su nombre en un momento de la historia, finales del XVIII y comienzos del XIX, en el que eso se tolera poco, y menos a una mujer.

 

La divina Callas, víctima de sus recuerdos, se asoma a sus páginas como una mujer inteligente y capaz que, por amor a Onasis, echa su vida por la borda. Una voz única que “vivió todo lo que ella quiso y como quiso”, aunque tuviera que pagar por ello el precio nada desdeñable de la rendición.

 

Emilia Pardo Bazán es presentada como una mujer que, en el siglo XIX y en España, se atreve a reclamar, entre otras muchas cosas, “el derecho de toda mujer a recibir la misma educación que el hombre”, porque es ahí donde, cree, reside el principio de igualdad. Una educación por la que combatió también una joven Virginia Woolf, atrapada años más tarde por el demonio de la depresión.

 

Raquel Meller aparece como la gran cupletista que fue, adorada en Madrid, París o Nueva York, pero también como la gran estrella del cine mudo que tan reclamada fue por la industria de Hollywood. Junto a ella, Eleanor Roosevelt, también feminista precursora y combatiente contra el trabajo infantil, a quien tanto deben los derechos humanos de hombres y mujeres.

 

De aquí y de allá

 

Tusquets y Frouchtmann se fijan en la pintora Remedios Varo, una española casi desconocida en España y toda una gloria nacional en el México que acogió al exilio republicano. Su obra, surrealista y genial, si de algo habla es de libertad e imaginación sin límites.

 

De la escritora, periodista y pensadora judía Hannah Arendt las autoras destacan cómo “en su afán por entenderlo todo, tuvo el coraje de intentar comprender el mal absoluto (el nazismo), aunque ello no le comportara precisamente simpatías”.

 

Especial atención merece la escritora catalana Mercè Rodoreda, una de las personalidades más complejas y desconocidas que atrajeron a las autoras. Una mujer “a veces nostálgica y sombría….que vivió con ardor muchos de todos los posibles abismos terrenales”.

 

Anaïs Nin es presentada como el mito literario que es, como una mujer precursora, libre y de vida despreocupada y al límite, distinta a las de su época, “ávida, sensual, singular, valiente…”. Alguien que reivindicó “la libertad sexual de la mujer, la posibilidad de separar amor y sexo”.

 

La santa de Ávila, Teresa de Jesús, es la mujer en cuya piel, reconocen las autoras del libro, más les ha costado meterse. “Es duro. Temblábamos antes de afrontarla, porque además nos preocupaba que pudiera quedar un capítulo cursi”, apunta Susana Frouchtmann.

 

“Se entiende entre líneas que fue una iluminada”, pero también una mujer fuerte, “hecha a sí misma gracias a la ambición por conseguir” sus propósitos, recalca.

 

El libro, en cualquier caso, señalan sus autoras, “no es necesariamente feminista”. “No, no es un libro militante”, aunque en sus páginas sí hay implícita una denuncia del machismo. “Así solo lo podían escribir mujeres”, puntualiza Tusquets, quien quiere dejar bien claro también “que no es un libro solo para mujeres”.