Ingenieros de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desarrollaron el primer mapa de vulnerabilidad del acuífero de la Ciudad de México que toma en cuenta el hundimiento paulatino del terreno, que en algunas zonas es de hasta 40 centímetros por año, la tasa de subsidencia más alta del mundo.
El equipo de la Facultad de Ingeniería encabezado por José Antonio Hernández Espriú que hizo la investigación, con potencial para ser aplicada en otras partes del mundo, se hizo acreedor al galardón 2015 Coolest Paper Award, de la Asociación Internacional de Hidrogeólogos (AIH).
Sobre este trabajo, el académico de la División de Ingeniería en Ciencias de la Tierra dijo en un comunicado que la vulnerabilidad del agua subterránea se define como la susceptibilidad que tiene un acuífero a ser contaminado.
Esos cuerpos de agua tienen propiedades intrínsecas y de manera natural es más fácil que sean afectados en un sector que en otro, lo cual se establece por medio del denominado mapa de vulnerabilidad del agua subterránea.
Para obtenerlo hay muchas metodologías, pero la más común es la llamada DRASTIC, desarrollada por Linda Aller en 1987 con financiamiento de la Agencia Ambiental de Estados Unidos.
La hipótesis inicial de Hernández Espriú y sus colaboradores es que en zonas con subsidencia, es decir, con hundimiento del terreno como la ciudad de México, esa metodología tiende a subestimar la vulnerabilidad.
En la capital, ocurre de manera natural “por el comportamiento geomecánico de las arcillas del antiguo lago, y es acelerada por la extracción excesiva de agua subterránea”.
Si existe un sitio con más hundimiento que otro, el terreno se agrieta y prueba de ello son las fracturas que se generan en zonas como Iztapalapa, Chalco o el Aeropuerto Internacional de la Ciudad México (AICM).
Desde el punto de vista de la contaminación, esos fenómenos son importantes, pues generan caminos preferenciales de contaminantes.
DRASTIC es una metodología estandarizada, utilizada por los tomadores de decisiones porque es relativamente fácil y rápida; permite ver un mapa como “semáforo”, donde el rojo indica que no es conveniente colocar industrias o gasolineras porque el acuífero se contamina con mayor facilidad, por ejemplo.
Considera siete variables: profundidad del nivel del agua subterránea, recarga del acuífero, geología o litología, tipo de suelo, topografía, tipo de material geológico arriba del nivel del agua y conductividad hidráulica, pero no está la subsidencia, por lo que el equipo de la UNAM añadió ese factor.
Antonio Hernández destacó que dentro del territorio nacional sitios como Querétaro, Aguascalientes o San Luis Potosí también tienen fuerte subsidencia debido a la extracción de agua del acuífero; al igual que en urbes como Venecia, en Italia, o Yakarta, en Indonesia, o en países como Irán, Vietnam y China.
El mapa desarrollado en la UNAM se divide en cinco zonas de vulnerabilidad: muy baja, baja, moderada, alta y extrema, a las cuales corresponde un color.
Si se toma en cuenta la subsidencia, la vulnerabilidad puede ser de un orden de magnitud mayor, y en áreas que antes eran rojas comienzan a aparecer manchones morados, que es el color de la más alta vulnerabilidad.