El paraguayo Juan Ángel Napout se convirtió el jueves en el último mandamás de la Conmebol que cae, a poco más de un año de haber asumido las riendas del futbol sudamericano, arrastrado por el gigantesco escándalo de corrupción que sacude a todos los estamentos del deporte desde hace seis meses.

 

La detención de Napout en Suiza, donde se llevó adelante una reunión del Comité Ejecutivo de la FIFA, deja una vez más a la Conmebol sumida en la incertidumbre, en otro golpe a una institución diezmada por las acusaciones de sobornos.

 

El dirigente asumió la presidencia de la Conmebol en forma interina en el 2014 tras la renuncia del uruguayo Eugenio Figueredo, y fue electo en marzo del 2015 para liderar la entidad por cuatro años. Al mismo tiempo, la FIFA lo designó como uno de sus vicepresidentes.

 

Desde ese momento, Napout siempre resaltaba su posición como el primer paraguayo en llegar tan alto en la FIFA y en los últimos tiempos trató de desmarcase del escándalo de corrupción con promesas de transparencia y cambios en la Conmebol.

 

Su último logro en tal sentido, anunciado con bombos y platillos días atrás, fue un nuevo contrato para la transmisión de la Copa América del Centenario 2016. El pago de sobornos por transmisiones televisivas es el corazón de la investigación.

 

Napout, de 57 años, hizo crecer su figura en el futbol paraguayo y a nivel sudamericano bajo el abrigo de su compatriota Nicolás Leoz, quien presidió la Conmebol por casi tres décadas y enfrenta un proceso de extradición a Estados Unidos por acusaciones de soborno.

 

Con los eventos del jueves, la Conmebol tiene a sus últimos tres presidentes detenidos. Además, buena parte de los históricos líderes de las asociaciones locales que la componen también se han visto involucrados en las investigaciones de la Justicia de Suiza y Estados Unidos.

 

“Pienso que está muy bien (el arresto) porque el futbol es un mafia en Sudamérica. Habría que hacer un lavado de cara y muchos deben de caer detrás de él. Ojalá esto sirva para lavar completamente al futbol que es una mafia”, dijo Guillermo, un comerciante uruguayo de 45 años en Asunción.

 

Cuna de oro

 

Napout pertenece a una familia tradicional de Paraguay que se enriqueció importando whisky y cigarrillos bajo el abrigo de la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989).

 

Estudió en los mejores colegios de Asunción y se dedicó casi siempre a la dirigencia deportiva. Su formación quedó demostrada en el Congreso de Conmebol de marzo, en el que fue elegido para comandar la entidad, cuando ante la sorpresa de los asistentes habló en español, inglés, francés y portugués.

 

A los 32 años asumió la presidencia del club Cerro Porteño, uno de los “grandes” del país, siguiendo los pasos de su padre, quien también fue dirigente.

 

“Para mí este señor era un modelo de dirigente, pero ahora ya no sé cómo tildarle. Ojalá esto no afecte la confianza de la gente en el futbol en este país tan fanático”, dijo el jueves Marciano Cabo de Vila, un chofer de 50 años.

 

Desde comienzos de la década de 1990, Napout se vinculó a la Asociación Paraguaya de Futbol (APF), primero como director del Departamento de Selecciones y después como vicepresidente.

 

Ocupando ese cargo se alió con el actual mandatario del país, Horacio Cartes, por entonces dirigente del club Libertad, para dar un golpe de timón y hacerse con la presidencia de la entidad.

 

Napout dirigió la APF durante siete años, desde donde dio el salto a la Conmebol. En su carrera en la liga local no registra denuncias por casos de corrupción, algo que muchos atribuyen a la falta de investigación de la prensa local en este ámbito y al tradicional hermetismo de la dirigencia.

 

“Es una vergüenza para Paraguay y para el futbol tener un dirigente que nos estafó a todos”, dijo Rubén Ascurra, un obrero de 26 años.