El Fondo Monetario Internacional (FMI) acordó agregar el yuan a su canasta referencial de monedas, lo que significa un triunfo para la campaña de China de ser reconocida como una potencia económica mundial. Hoy China representa, por su tamaño, la segunda economía en el mundo detrás de EU y medido por aportación mundial al PIB es el país número uno en contribución.
Para formar parte de la cesta de reservas denominada Derechos Especiales de Giro (DEG) son necesarios dos criterios: las exportaciones de bienes y servicios del país, con la moneda en cuestión, deben estar dentro del periodo de cinco años entre las de mayor valor en el comercio mundial y que el valor de dicha moneda sea calificado por el propio FMI como de “uso flexible”. En 2010 se rechazó la inclusión de la moneda china por considerar que no cumplía con los criterios necesarios. Para el FMI, China cumple actualmente con estos puntos y con la posibilidad de seguir abriéndose más al mercado libre y competitivo. Iniciará formalmente en octubre del 2016 con una duración de cinco años.
Actualmente la canasta tiene el siguiente peso en reservas: el dólar tiene un peso de 41.9%, le sigue el euro con un peso de 37.4%, el yen japonés con 11.3% y la libra esterlina con 9.4%.
Con la incursión del yuan se estará rebalanceando la canasta para que se ubique con un peso de 10.9%. En ese sentido, el yen japonés perderá 25% de su peso, mientras que el euro lo hará en 17% y la libra en casi 14% dejando muy estable al dólar americano. Así, el dólar quedará con 41.7%, el euro con 30.9%, el yen japonés con 8.4% y la libra con 8.1%.
Para cumplir con el criterio del FMI, Beijing llevó adelante una serie de reformas en los últimos meses, incluyendo mejorar el acceso para los extranjeros a los mercados cambiarios chinos, una más frecuente emisión de deuda y ampliar las horas de operaciones con el yuan.
La inclusión de la moneda china es una medida principalmente simbólica, con pocas implicancias inmediatas para los mercados financieros, pero es la primera ocasión que una moneda adicional es agregada a la canasta del DEG y el mayor cambio en su composición en 35 años.
Esta decisión estará generando una presión al gobierno de China para continuar con la apertura de su economía y avanzar en el cambio estructural. En la práctica, lo que determina si los bancos centrales están dispuestos a considerar una moneda como activo de reserva es la confianza de que podrán vender ese activo cuando sea necesario en los mercados profundos y líquidos. En contra, juegan las acciones tomadas por las autoridades ante las preocupaciones sobre las salidas de capital.
Así no hay duda de que estaremos incluyendo al yuan en nuestros procesos de análisis a partir de ahora en mayor forma.