Todo récord está hecho para romperse, y a quien dude habría que recomendarle hablar con Jim Hines (plusmarquista en cien metros de 1968 a 1983), con Bob Beamon (dueño del salto de longitud de 1968 a 1991), con Lou Gehrig (más partidos consecutivos disputados en Grandes Ligas, de 1939 a 1998), con Gerd Müller (máximo goleador en Mundiales de 1974 a 2006), con Mark Spitz (siete oros en unos Olímpicos, inalcanzables de 1972 a 2008). Precisamente Spitz me decía tiempo atrás en una entrevista: “la única forma de que no se rompa un récord, es que desaparezca esa prueba o se deje de competir en ese deporte”.
Traigo a colación esos datos, para referirme a la nueva gesta de Cristiano Ronaldo, convertido ya en el tercer goleador histórico del futbol español. Por más de medio siglo en ese podio estuvieron sentados, inmutables y destinados a lo perpetuo, Telmo Zarra, Alfredo Di Stéfano y César Rodríguez.
Hugo Sánchez fue el primer contemporáneo en lograr escalar a esa dimensión, quedando a escasos 17 goles de la cima ocupada por Zarra, lo que nos permite pensar que otra campaña más hubiese bastado para que el mexicano se subiera al mayor de los escalones (consideremos que en ese año final, celebró 16).
Más tarde, Raúl superaría a Hugo como artillero merengue, aunque no en la tabla histórica de esta liga, dejando el hito pendiente para los dos titanes que desde esta generación parecen dispuestos a gobernarlas a todas. Finalmente Lionel Messi tomó ese primer sitio y ahora ha sido Cristiano Ronaldo quien se ha metido al tercero, con la sensación de que en esta misma temporada tiende a rebasar a Zarra y quedarse mano a mano con el rosarino (tal como lo están en la Champions League).
Sirva esto para dimensionar lo efectuado por Hugo Sánchez en épocas en las que había dejado de ser normal cerrar ligas con más de 30 goles e hilvanar muchas campañas bajo ese tenor de productividad (si hubiera sido accesible a más delanteros, ese podio Zarra-Di Stéfano-César habría tenido mucho tiempo antes alguna irrupción).
Sirva también para tener claro, por enésima ocasión, el tamaño de estos dos depredadores de área, predestinados a coincidir en tiempo y país para desafiarse de manera permanente.
En el segundo gol anotado por Karim Benzema al Getafe se vio un gesto desagradable de Cristiano Ronaldo, molesto por no haber recibido un pase incluso cuando el francés ya festejaba. Sin embargo, más allá de las actitudes, es imposible refutar lo que va devorando allá donde juegue.
A la par de repartirse todos los grandes cetros individuales de la década (cuando hubo verdaderas deidades del futbol que apenas sumaron uno de las dos principales distinciones, van cuatro Balones de Oro y tres Botas de Oro de Messi, así como cuatro Botas de Oro y tres Balones de Oro de Cristiano), dejaran la vara inconmensurablemente alta para quien venga después.
Muy alta, pero no imposible, y a lo mismo habrá de resignarse Usain Bolt con sus 9.58 en los cien metros. Bien explicó Spitz: eterno sólo el récord de algo que se ha dejado de disputar.