Estamos en el corazón de la mismísima Merced. El mítico barrio en el centro histórico donde los capitalinos de cepa vienen a comprar de todo más barato, y donde miles de mujeres cada año vienen a perder también las esperanzas y la vida en uno de los centros de tráfico de personas y trata para fines de explotación sexual más grande de la Ciudad de México.
Aquí, a un edificio viejo y mancillado en la calle de Corregidora 115, llegaron las madres de la Caravana de Migrantes Centroamericanas a buscar a sus hijas y hermanas, con el temor de que hayan sido secuestradas por las redes que operan el tráfico sexual en la Ciudad de México.
Las integrantes de la Caravana sacaron las fotografías de sus familiares y las acomodaron en fila. Todas tienen nombres, son hijas y madres. Son más de 20 mujeres centroamericanas de nacionalidad hondureña, salvadoreña, nicaragüense y guatemalteca a quienes sus madres están buscando.
Salieron desde hace años de sus países de origen buscando -la mayoría- llegar a los Estados Unidos pero no lo pudieron lograr y en algún momento perdieron comunicación con sus familias. Atrás dejaron hijos y a sus familias.
Las sexoservidoras que se apoyan de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” A.C. -para cursos de alfabetización, prevención de la violencia, pruebas de enfermedades de transmisión sexual, apoyo psicológico- miran las fotografías una a una: se fijan en los ojos, en el cabello, en la forma de la cara.
Es difícil identificarlas porque -según lo que mencionan- algunas se pintan el pelo, se maquillan las cejas, cambian su edad y su nombre. Lo que es inconfundible es el acento.
También es peligroso porque de entre las más de 3 mil mujeres que trabajan en Sullivan, Puente de Alvarado, Tlalpan y Buenavista, en la Ciudad de México no se sabe quiénes son libres y quienes fueron secuestradas por tratantes, por lo cual es importante no revelar la identidad de la mujer identificada para no comprometer su seguridad en caso de que sea ella.
El año pasado, también gracias a los esfuerzos de la Caravana, las organizaciones sociales y las trabajadoras sexuales, dos hermanas fueron localizadas en Tapachula, Chiapas, trabajando como sexoservidoras.