BUENOS AIRES. Mauricio Macri asumió la Presidencia de Argentina en un traspaso de mando atípico, marcado por la ausencia de su antecesora, Cristina Fernández, y con una convocatoria a un amplio diálogo político, que necesitará para cumplir con sus promesas de reactivar una economía estancada y transparentar la gestión.

 

“Gracias por acompañarnos. Tenemos que seguir juntos, esta Argentina la construimos todos juntos”, exclamó Macri, asomado a uno de los balcones de la Casa Rosada, sede del Ejecutivo, ante una multitud congregada en la Plaza de Mayo, con banderas argentinas.

 

Con la banda presidencial cruzada, el bastón de mando en la mano y flanqueado por su tercera esposa, la diseñadora Juliana Awada, y la pequeña hija de ambos, Antonia, el mandatario dijo a los miles de congregados ante la Casa de Gobierno que su equipo tiene “mucha vocación por hacer para que los argentinos vivan mejor”.

 

Entre exultante y emocionado, Macri, de 56 años, salió al balcón de la Casa de gobierno -el mismo en el que Eva y Juan Domingo Perón daban sus discursos- para hablar ante decenas de miles de argentinos que cantaban “¡Sí, se puede!”. Y luego bailó ante la multitud, como solía hacerlo durante la campaña electoral.

 

Una multitud en las calles de Buenos Aires saludó el paso del nuevo gobernante quien, escoltado por el cuerpo de Granaderos a caballo, hizo su primera parada en el Congreso, donde juró “por Dios” desempeñar “con lealtad y honestidad” el cargo de presidente durante los próximos cuatro años.

 

En el recinto legislativo y los palcos, miembros del frente conservador Cambiemos, que llevó a Macri al poder, pero también de otras fuerzas, incluso del kirchnerista Frente para la Victoria, dividido sobre su asistencia al Congreso y su solidaridad con Cristina Fernández.

 

No hubo abucheos desde el kirchnerismo para el presidente, interrumpido varias veces por los aplausos de los legisladores en un discurso de 25 minutos en no dio detalles sobre cómo reactivará la economía, agobiada por la escasez de inversiones, una elevada inflación y un grave déficit fiscaly se limitó a enunciar sus promesas de campaña: pobreza cero, combate al narcotráfico y lucha contra la corrupción.

 

Para lograr estos y otros objetivos, subrayó, será fundamental dejar de lado las “confrontaciones” que han llevado a los argentinos “por caminos errados”.

 

“Convoco a todos a aprender el arte del acuerdo. (…) Quiero ser el presidente de la integración y la colaboración entre distintos sectores, el presidente del trabajo en una Argentina unida y de pie”, sostuvo.

 

Macri dijo, asimismo, que buscará la “unidad y la cooperación de América Latina y del mundo”.

 

“Somos hijos de este tiempo y tratamos de comprenderlo sin prejuicios ni rencores. Creemos en la unidad y la cooperación de América Latina y del mundo en el fortalecimiento de la democracia como única posibilidad para superar las confrontaciones”, señaló.

 

Casi medio centenar de delegaciones extranjeras acudieron hoy en Buenos Aires a los distintos actos de asunción de Macri. Entre los visitantes, el rey Juan Carlos de España y ocho presidentes latinoamericanos, la chilena Michelle Bachelet, el ecuatoriano Rafael Correa, el colombiano Juan Manuel Santos, el boliviano Evo Morales, la brasileña Dilma Rousseff, el uruguayo Tabaré Vázquez, el peruano Ollanta Humala y el paraguayo Horacio Cartes.