Cuando los banqueros centrales de Estados Unidos pensaron en aplicar medidas extraordinarias para rescatar la economía desde la trinchera monetaria, tenían muy claro que era una medicina con efectos colaterales.

 

Pero también la Reserva Federal (Fed), bajo el mando entonces de Ben Bernanke, tenía claro que no había nadie más que fuera capaz de rescatar el enorme barco económico que se hundía en el mar de sus propios excesos fiscales y financieros.

 

Los bancos quebraban, el déficit fiscal se disparaba junto con la deuda y sólo la fábrica de dólares podía levantar a Estados Unidos de la gran recesión. Ponderaron las secuelas y decidieron poner manos a la obra. Decidieron en la Fed que el fin justificaba los medios.

 

Y al paso de todos estos años de una política de rescate exitosa, llegó el momento de pagar las facturas.

 

Las peores pesadillas del día después, la cruda de la fiesta, finalmente están aquí.

 

Hoy inició la última reunión de política monetaria del año y la gran mayoría de los participantes de los mercados están convencidos de que mañana anunciarán un primer incremento en la tasa de interés de referencia de un cuarto de punto.

 

Janet Yellen | Foto: Reuters

Sin embargo, la decisión no es tan sencilla y no es del todo cierto que sea ya inevitable que el equipo de banqueros que hoy encabeza Janet Yellen no tenga otro destino que subir mañana la tasa de interés.

 

Originalmente la decisión de la Fed estaría sustentada en una serie de indicadores que una vez encendidos en verde, darían la pauta inequívoca de que subirían las tasas de interés.

 

El empleo y la inflación fueron los dos indicadores líderes seleccionados, sin dejar de lado otros como el consumo o la actividad industrial. Incluso, en algún momento se incorporaron otras señales como la suerte de la economía de China, para tomar decisiones.

 

Sin embargo, los banqueros centrales dejaron el discurso de una decisión reactiva a una preventiva.

 

Ya no era tan determinante ver la inflación claramente en dirección a 2% anual, conforme a su meta, sino bastaba con calcular que en el futuro el comportamiento de los precios volátiles podría provocar incrementos acelerados de los precios.

 

En materia laboral, los mercados están tan empeñados en que no les quiten los dulces dólares surtidos a tasa cero que no alcanzan a ver que una tasa de desocupación en 5% y un nivel de creación de empleos por arriba de los 200 mil plazas al mes sí se merece al menos un cuarto de punto de tasa a manera de contención inflacionaria.

 

Todo parece indicar que hoy inicia el trabajo sucio de la Fed de enfilar al mundo hacia la puerta de salida de la fiesta de los dólares.

 

Los que aprovecharon la coyuntura para invertir en lugares de dudosa fama financiera, tendrán que encontrar la manera de salir de ahí para regresar a casa. En el camino habrá quien se quede atrapado sin duda.

 

Los mercados emergentes que aspiren a no quedarse en la sequía tendrán que mejorar la oferta a los que se quieran quedar. El Banco de México, por ejemplo, inicia el jueves el coqueteo monetario con un aumento en las tasas de interés.

 

Será a partir de ahora que veremos si las secuelas, los efectos secundarios de la política monetaria tan laxa ejecutada por Estados Unidos no deja un sabor más amargo que los beneficios conseguidos en la fase de salvamento de la gran recesión.