Hace algunos días el secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete, se metió en una discusión verbal con el grupo de políticos que eligieron el salario mínimo para apuntalar sus aspiraciones electorales.
Uno de sus argumentos para justificar el pobre incremento a los mini salarios fue que desde el Banco de México le habían dicho que la inflación de este año sería de 2% o menos.
Lo interesante de este dicho es que públicamente nadie dentro del banco central mexicano ha sostenido la posibilidad de que se incumpla la meta inflacionaria de este año ¡a la baja!
Hasta hoy, oficialmente el banco central habla de una meta inflacionaria de 3%, más menos un punto porcentual. Y si bien es una muy buena noticia para el poder de compra que con un dato extraordinario en diciembre se pueda cumplir con esa expectativa, lo cierto es que esta creencia dentro del banco central puede hoy influir en su decisión de política monetaria.
Hace unos cuantos meses el banco central mexicano decidió modificar su calendario de reuniones de política monetaria para hacerlas coincidir con las decisiones de la Reserva Federal de los Estados Unidos, al tiempo que confesaban abiertamente que la tasa de interés en México subiría a la par de los movimientos de ese país.
Y pues ahí está ya el aumento de la tasa interbancaria estadunidense en un cuarto de punto y lo que el guión de los banqueros dice es que hoy toca que México suba su tasa de interés.
Pero, ¿qué pasaría si la junta de gobierno del banco central mexicano decide que no hay razones internas para hacer más caro el dinero?
Es ante este tipo de preguntas cuando se dividen los analistas y se dejan ver aquellos que están más pendientes del comportamiento de la economía en su conjunto y aquellos que tienen la mirada puesta en el desempeño de los mercados financieros.
Los que ven la inflación dicen que no se justifica un incremento de la tasa actual de 3% cuando la inflación está en 2% y menos cuando la economía mexicana muestra signos de debilidad.
Los que sudan las calenturas del mercado dicen que una negativa del Banxico de subir la tasa implicaría hacer del peso mexicano un blanco fácil de la especulación que podría llevar la cotización a niveles superiores a los 18, 19 o hasta 20 pesos por dólar.
Me parece toda una señal que se deslice el dato de una inflación por debajo de 2% este año justo antes de tomar una decisión monetaria. Quizá soy mal pensado.
Quizá lo que deba tomar en cuenta el Banco de México es la política seguida por la Reserva Federal para determinar si sube las tasas.
Si la Fed se hubiera guiado sólo por los datos duros, ni el empleo ni la inflación, mucho menos la actividad industrial, le daban la señal de aumento. Pero entendieron que las expectativas juegan más que los números y que una mala lectura del poder de decisión de la autoridad monetaria podría causar más nerviosismo y con ello inestabilidad financiera y económica.
Así que podría el Banco de México desvincularse de la Fed en las decisiones que tome durante el 2016, de hecho ya despegó su calendario de reuniones, pero hoy la señal tiene que ser en la línea marcada desde hace semanas por ellos mismos y la tasa de referencia del banco central debe subir.