SEÚL. Emprendedores ocultos bajo el paraguas del Estado, omnipresentes «mercados negros» y un imparable flujo de dólares, euros, yuanes y yenes. Así se mueve la Corea del Norte de Kim Jong-un, un reducto estalinista donde el capitalismo se ha abierto paso de forma discreta pero irreversible.
«Un ejemplo muy ilustrativo es el de los zapatos. Todo el mundo necesita zapatos, ¿verdad?», comenta a Efe en Seúl el director de estrategia e investigación de la organización Liberty in North Korea (LINK), Sokeel Park, para explicar el origen de este fenómeno.
«Antes del desplome de la economía socialista en los 90, los zapatos se hacían en las fábricas del Estado. Cuando éstas dejaron de funcionar y los trabajadores de recibir sus raciones, algunos aprovecharon su conocimiento y los materiales abandonados para hacer los zapatos en su casa y venderlos en el mercado», explica Park.
Al igual que los zapatos, hoy la producción y distribución de la mayoría de los productos que circulan en el país está en manos privadas debido, según el experto, a que «la gente ha tomado las riendas de la economía» desde el desastre conocido como «ardua marcha» (1994-98).
Esta crisis, que causó entre 500, 000 y dos millones de muertes por hambre, supuso no solo el colapso de la distribución estatal de ropa y alimentos sino también de todos los sectores industriales monopolizados por el régimen.
Desde entonces Corea del Norte ha mostrado signos de revitalización. Kim Jong-un, que asumió el poder en 2011, ha construido barrios enteros con torres de apartamentos, muchas de las fábricas funcionan de nuevo y hasta hay atascos en hora punta en las otrora vacías calles de Pyongyang.
Andrei Lankov, profesor de la universidad Kookmin en Seúl y uno de los mayores expertos internacionales en Corea del Norte, atribuye estos avances a la mano invisible del capitalismo en un reciente artículo para el diario británico The Guardian.
Lankov relata la historia del «Sr. X», un particular que, a cambio de generosas donaciones a altos funcionarios del régimen, recibió la autorización para gestionar unas minas de carbón abandonadas durante la «ardua marcha».
Este emprendedor contrata, despide, paga salarios, extrae el mineral, lo exporta a China y obtiene beneficios, tal y como sucedería en cualquier país capitalista. ¿La diferencia? Que su empresa no existe y, sobre el papel, es el Estado quien explota las minas.
El ejemplo más visible de la penetración del capitalismo en Corea del Norte es, sin duda, la proliferación de los mercados negros o «jangmadang», que se han convertido en la principal fuente de provisiones en reemplazo del fallido sistema de distribución estatal.
«Cada localidad e incluso cada distrito tiene su propia zona de mercado negro donde la gente compra bienes de primera necesidad y productos comerciales generalmente importados de China», explica Kang Cheol-hwan, desertor norcoreano y director del Instituto Estratégico sobre Corea del Norte (NKSC) en Seúl.
Además, debido a la volatilidad de la moneda local (el won) la compraventa en los mercados negros se realiza cada vez más en divisas, principalmente el yuan chino y el dólar y en menor medida el euro y el yen japonés, según expertos.
El capitalismo incipiente y encubierto en el país más hermético del mundo también ha llamado la atención de inversores extranjeros como el suizo Féliz Abt, autor del libro «Un capitalista en Corea del Norte» (2014) en el que relata sus siete años (2002-2009) invertidos allí para promover la iniciativa privada.
«Espero en Corea del Norte el mismo proceso experimentado por China y Vietnam, es decir, que el sector privado crezca sustancialmente y coexista oficialmente con el estatal», indica a Efe el cofundador de la primera escuela de negocios y la primera Cámara de Comercio Exterior norcoreanas.
Abt es crítico con las sanciones internacionales a Pyongyang y partidario de la cooperación económica y comercial del mundo capitalista con el régimen de Kim Jong-un, ya que «cambiaría las cosas a mejor, mientras aislarlo solo sirve para perpetuar el status quo y el sufrimiento».
Por su parte, Sokeel Park de «Liberty in North Korea» predice que «en el futuro miraremos hacia atrás y observaremos el capitalismo encubierto como el factor clave que detonó los cambios sociales y económicos en Corea del Norte y permitió al país ponerse al día con el resto de la humanidad en el siglo XXI».