A través de los tradicionales rituales de fin de año, la gente pretende obtener una mejor condición de vida, los cuales coinciden en querer atraer amor, dinero o salud, dijo el especialista Julio Horacio Villegas Olguín

 

En entrevista con Notimex, el responsable de Educación en Salud Mental del Instituto Jalisciense de Salud Mental de la Secretaría de Salud Jalisco añadió que algunos de estos rituales son acompañados de elementos no tan caros, “como cierto color de ropa interior, o las 12 uvas durante el brindis”.

 

Mencionó que estas acciones de fin de año “se acercan más a las costumbres y a las cosas que hacen ciertas comunidades en espera de tener un fin”.

 

Puntualizó que entre más considera la persona que puede controlar su proyecto para 2016, “menos tenderá a utilizar este tipo de rituales de fin de año”.

 

Explicó que algunos de los rituales son muy tradicionales de la región, “como podría ser por ejemplo el de colocar ropa en maletas para que el año que viene se lleven a cabo más viajes, hay quien sólo le da vueltas a su casa y otras que le dan vueltas a toda la manzana con las petacas”.

 

Dijo que algunos otros son incorporados de otras culturas, “como podría ser el arrojar agua por la ventanas, que es una costumbre cubana que para algunos simboliza la liberación de los problemas que se tuvieron en este año que termina y se limpia la calle para recibir lo que viene”.

 

Villegas Olguín subrayó que en esta época de la globalización empiezan a combinar los rituales, “por ejemplo, el borrego de la abundancia, que está muy impregnado en nuestra cultura pero que es de origen europeo, y hay quienes acostumbran otras tradiciones españolas como saltar de una silla y caer con el pie derecho, que para nosotros no es significativo”.

 

Comentó que ya se comienza a ver grupos que acostumbran a vestirse con ropa blanca para recibir al año, el cual tiene un origen brasileño.

 

“También el reacomodar cosas, objetos y muebles de la casa, que en realidad tiene que ver con una costumbre oriental, el feng shui, que ni siquiera corresponde al calendario de la cultura occidental; existe ya una combinación de expectativas y de la globalización de las tradiciones y de la cultura”, sostuvo.

 

Destacó que es importante que las personas reconozcan que si hay además una crisis de identidad, considerarán que estos rituales pueden mejorar su vida, inclusive hacerlos sentir pertenecer a otra clase o grupo social.

 

Resaltó que algunos creen que el simple hecho de practicar un ritual de una clase social mejor ya pertenecen a ésta o les irá mucho mejor.

 

Villegas Olguín indicó que hay rituales que al incrementar la oferta y la demanda “se han abaratado, como son las 12 uvas, donde se espera que cada campanada pueda traer un buen deseo, que tiene un origen europeo, en donde se hablaba de esos momentos con los que convivirán con personas importantes en su vida”.

 

“Otro ejemplo es usar ropa interior de cierto color, y el color va a atraer alguna especie de energía, ya sea para las finanzas o para las relaciones afectuosas”, dijo.

 

Expresó que a semejanza de la mayoría de las costumbres y rituales, “le otorgan un poder al color, porque no hay una percepción de que puedan ellos controlar ni su economía ni sus relaciones afectuosas”.

 

Dijo que prenden velas de colores y otorgan a cada color un resultado distinto, “cuyos significados se han combinado de entre las culturas orientales y occidentales, sin embargo, es un tradición muy vieja que viene de culturas africanas”.

 

El especialista manifestó que otro ritual es “sacar cosas viejas de la casa, objetos que ya no se utilizan, hacer una limpieza profunda, el cual también recupera algunos elementos orientales asociados al feng shui como permitir que entren cosas nuevas”.

 

Detalló que el riesgo de los rituales, “es que se puede diluir el esfuerzo solamente en el ritual mismo y no soportar una planificación”.

 

Precisó que el más tradicional de todos es el brindis con sidra, “que es una de las bebidas más tradicionales sobre todo de la zona centro de México, que por supuesto de origen español, y se ha popularizado que inclusive algunas familias involucran a menores de edad aunque tenga ciertas dosis de alcohol”.

 

“Con la influencia norteamericana ahora se invita a los niños a que se brinde con jugo de manzana espumoso, ya hay marcas específicas con bebidas infantiles en envases que parecen ser de sidra o champán, y esto se utiliza para generar buenos deseos hacia los demás”, dijo.

 

Mencionó que el hecho de barrer la casa a media noche y “lanzar fuera todo lo malo, es algo que se ha intentado generalizar, pero ha quedado en intento debido a las exigencias de la celebración misma”.

 

Villegas Olguín resaltó que si bien todos los rituales pretenden una mejor condición de vida para la persona y para la familia, “coinciden en buscar atraer amor, dinero o salud; casi todos se orientan hacia estos tres elementos fundamentales”.

 

Afirmó que cuando la persona no tiene un proyecto amoroso, de autocuidado de la salud y de manejo responsable de la economía, una respuesta son estos rituales, que no siempre corresponden al sentido de su cultura familiar ni de su cultura geográfica o lugar donde viven.

 

Puntualizó que estos rituales se repiten cada año por la expectativa que genera, “la persona experimenta inclusive como placentero el incorporar estos elementos ritualísticos”.

 

“Hay rituales que son de acuerdo a la clase y grupo social, por ejemplo, las uvas, es algo que visualmente es muy atractivo, y que sí además se prepara con algunas copas con diseño agradable, con diferentes copas: una para las uvas, otra para la bebida y otra para el agua natural, pues para ellos pasa a ser un adorno de la mesa”, indicó.

 

Señaló que esa sensación inmediatista es agradable para algunos, “pero no necesariamente abona a un proyecto a largo plazo, ni siquiera a mediano plazo, pero como todo lo consumible pues se tiene que recurrir de manera frecuente a eso””.

 

Aseguró que a través de los rituales la persona mueve sus emociones y se imaginan un futuro personal mejor.

 

Destacó que la persona debe estar consciente de que en el color de la ropa interior, en la cantidad de uvas o en la calidad de la bebida con la que se brinda, no está su futuro.

 

“Cuando hay cultura del autocuidado, de la salud física y mental, de las finanzas familiares y del proyecto en las diversas etapas de la vida para los diferentes integrantes de la familia, estos elementos de celebración de fin de año se convierten sólo en oportunidades para convivir”, mencionó.