¿Recuerdan, lectores, la “pasarela” sucesoria que organizó el presidente Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) para dizque someter a la consideración de la opinión pública a los precandidatos a sucederlo como inquilino de Los Pinos?

 

Aunque desde el principio de aquel sexenio el delfín estaba ya definido, De la Madrid sometió a un puñado de sus colaboradores a la tortura de que bailaran como damitas de honor alrededor del verdadero “tapado”, el secretario de Programación y Presupuesto.

 

En la farsa participaron seis “precandidatos” -algunos contra su voluntad y otros con ingenuidad-: Manuel Bartlett, Alfredo del Mazo, Sergio García Ramírez, Carlos Salinas y dos de relleno, Miguel González Avelar y Ramón Aguirre.

 

Después de la penosa demostración de cinismo burocrático por parte de aquel presidente, ninguno otro ha podido intervenir en el proceso de sucesión, ni de la propia ni de las ajenas.

 

La pregunta que hoy se hacen los analistas bisoños es si el primer mandatario participará en la sucesión de 2018. Lo que a simple vista se observa es que ha puesto a bailar a dos supuestos delfines desde que arrancó el sexenio; uno de ellos se adueñó de la pista desde el primer día de la actual administración y ha logrado alinear a un grupo de secretarios de Estado y directores generales para que lo impulse rumbo a la candidatura de 2018. Más aún, en las elecciones de este año, ese mismo personaje tratará de colocar sus fichas para tomar la delantera.

 

Los observadores objetivos e imparciales y con buena memoria, recuerdan un antecedente similar que se produjo en el sexenio de Luis Echeverría (1970-1976), y lo comparten:

 

En esa época, el secretario de Gobernación era Mario Moya Palencia, y sus dos antecesores inmediatos en la dependencia habían sido el propio Luis Echeverría, en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), y éste, en el sexenio de Adolfo López Mateos (1958-1964), de manera que parecía lógico que continuara la secuencia de secretarios de Gobernación catapultados desde ese trampolín hacia la Presidencia.

 

Con esa convicción, Moya Palencia comenzó muy temprano en el sexenio a construir la candidatura presidencial que creía suya de antemano. Para ello, el titular de Gobernación reclutó en sus filas a la mayoría de integrantes del gabinete, a los sectores más influyentes del PRI y a la mayor parte de la clase política priista, formada por gobernadores, presidentes municipales de ciudades importantes, así como a senadores y diputados federales.

 

El presidente Echeverría dejó hacer y deshacer a Moya, quien con las manos libres se despachó con la cuchara grande y formó un enorme grupo de seguidores que parecía invencible.

 

Los “moyistas” más distinguidos se afiliaron a la Plataforma de Profesionales Mexicanos, A.C., fundada por Mario Moya Palencia para elaborar los planes y programas del sexenio que estaría, supuestamente, encabezado por él.

 

Pero he aquí que mientras el secretario de Gobernación se preparaba para heredar la residencia oficial de Los Pinos, el presidente Luis Echeverría construía -sin prisas pero sin pausas- la que sería al final de cuentas la verdadera candidatura vencedora en favor de su amigo de juventud, el secretario de Hacienda José López Portillo.

 

Moraleja: ¡No por mucho madrugar amanece más temprano!

 

Agenda previa

 

En el mundo de los negocios, Arca Continental, la segunda embotelladora de Coca-Cola más grande de América Latina, concretó la adquisición de 38.4 millones de acciones comunes con derecho a voto emitidas por Corporación Lindley (CL), que eran propiedad de distintos miembros de la familia Arredondo Lindley y que representan aproximadamente 6.6% de su capital social. Por dichas acciones, Arca pagó 1.57 dólares por acción. Con esta adquisición, la embotelladora mexicana alcanza una participación accionaria que supera 60% del capital social de CL, mientras que The Coca-Cola Company, su socio estratégico, es titular de cerca del 38.5% de las acciones comunes con derecho a voto en dicha empresa.

 

¡Para que vean que el IEPS a los refrescos les hace los mandados a las embotelladoras!