La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas dio a conocer su lista de nominados para el que si bien no es el premio más prestigioso del cine, sí es por mucho el más mediático y el más importante en cuanto a proyección e impacto se refiere: el Oscar. Y al igual que el año pasado, tres mexicanos se colocaron nuevamente entre lo mejor del mundo: Alejandro González Iñárritu, Emmanuel Lubezki y Martín Hernández, todos ellos por su trabajo en The Revenant: El Renacido, próxima a estrenarse en la cartelera nacional.

 

Pero… ¿por qué tanta fiesta? No me malinterpreten. Uno de los que más ha reconocido el trabajo de los mexicanos que triunfan en el cine fuera de nuestro país es quien esto escribe, pero creo que a estas alturas ya no debería causarnos sorpresa que un connacional esté entre lo mejor del mundo. Porque eso somos si nos lo proponemos. De lo mejor del mundo. Así que la nominación de Iñárritu y compañía no me causa sorpresa, aunque sí bastante orgullo.

 

El Negro puede, incluso, repetir como Mejor Director, lo que no ocurre desde hace 66 años, cuando Joseph L. Mankiewicz ganó en años consecutivos (1949 por A Letter to Three Wives y 1950 por la clásica All About Eve). Además de Mankiewicz, el único otro director que ganó el Oscar en años seguidos fue el legendario John Ford (1940 por The Grapes of Wrath y 1941 por How Green Was My Valley), por lo que si Iñárritu lo logra, estará en compañía de dos verdaderas leyendas.

 

Para poner las cosas en perspectiva, si El Negro vuelve a ganar, tendrá más premios Oscar que Stanley Kubrick, Alfred Hitchcock y Martin Scorsese juntos, y la misma cantidad de trofeos que Steven Spielberg, Oliver Stone, Billy Wilder, David Lean o Clint Eastwood. Igual con el Chivo Lubezki, quien de volver a ganar se convertiría en el único en obtener el Oscar a Mejor Fotografía en tres años consecutivos. Además de él, el único que ha ganado dos Premios de la Academia consecutivos es John Toll.

 

Y por el lado de Martín Hernández, el diseño sonoro que logró para The Revenant es simplemente increíble, pues se pueden escuchar los más pequeños sonidos (el crujir de una rama, la respiración de un personaje, el arder del fuego, los sonidos de los animales y un larguísimo etcétera) en la cinta, logrando ubicar al espectador en medio de la acción. Tiene una fuerte competencia, pero su trabajo está a la altura de cualquiera.

 

Ya habrá tiempo para ir analizando en las semanas siguientes lo que pasará en el Oscar, quiénes son los favoritos y quiénes no deberían estar nominados, pero por el momento me voy a referir a las siempre inexplicables omisiones que se dan cada año. Para comenzar, la más importante es que este año no hay ni un solo actor o director de raza negra nominado.

 

Será una ceremonia de “blanquitos”, pero para una época en la que hasta Star Wars incluye a un negro como coprotagonista, es algo imperdonable. Ahí estaban los trabajos de Idris Elba en Beasts of No Nation, o el de Will Smith por Concussion (que le pega muy fuerte a un negocio de miles de millones de dólares, como lo es la NFL), o el de Michael B. Jordan en Creed.

 

Igual son las omisiones de Ridley Scott, Steven Spielberg y Quentin Tarantino como Mejor Director. Sus respectivos trabajos (Misión Rescate, Puente de Espías y The Hateful Eight) son de las mejores del año y, por lo tanto, van por el Oscar a Mejor Película, pero… ¿acaso se dirigieron solas? Lo mismo ocurrió con los trabajos de Emily Blunt (Sicario), Jacob Tremblay (La Habitación), Aaron Sorkin (Steve Jobs) y Michael Keaton (En Primera Plana).

 

Y para quienes preguntan, creo que Star Wars: El Despertar de La Fuerza tiene las nominaciones que debía tener. Muchos la colocaban como contendiente a Mejor Película, y si bien en otros años han nominado a películas “palomeras”, en esta ocasión son las categorías técnicas las que debe dominar.

 

La que destaca es su nominación a Mejor Música Original, para el legendario John Williams, quien logra un sólido trabajo con el que obtuvo su nominación número 50. Nadie que esté vivo tiene más nominaciones que él, al que le deben al menos unos dos o tres Oscares más, pero así se las gastan en un Hollywood que, al menos en cuanto a los premios se refiere, parece que le ha agarrado amor a los mexicanos, desprecia a los negros y sigue intentando dar muestras de diversidad sin lograrlo.