MADRID. Cuando en julio del año 2001 el diseñador alemán Tomas Maier asumió el control creativo de Bottega Veneta, poco después de que Gucci Group se hiciese con la marca de lujo italiana, ya tenía en su cabeza la idea de que, desde entonces, las campañas publicitarias serían mucho más que la simple promoción de un producto.

 

En un industria de cambios rápidos y fichajes de diseñadores, Maier se atrevió a apostar porun proyecto a muy largo plazo, de más de una década, donde recoger la visión de docenas de artistas sobre su trabajo como diseñador, múltiples perspectivas que tuviesen sentido en un sólo libro, que ahora se publica en una lujosa edición disponible en inglés, italiano, japonés y chino, con un precio de 135 euros.

 

“Art of collaboration” recoge todas las campañas de la firma entre 2002 y 2016, un período de tiempo en el que 27 artistas se aliaron con Bottega Veneta para hacer de sus “lookbooks” un arte.

 

Las alianzas fueron efímeras, con la excepción de Robin Broadbent, el primer fotógrafo que se embarcó en la aventura de Tomas Maier, y cuya colaboración persistió un total de cuatro temporadas.

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La diferencia, importa

 

Entre el millar de instantáneas que ilustran el libro, la novelista Daphne Merkin escribe una pequeña biografía de los artistas seleccionados personalmente por Maier, quién aporta notas sobre las sesiones de fotos en las que los modelos posaban en entornos tan diferentes como suntuosos palacios, casas resquebrajadas, tumbados sobre la tierra de un bosque o en los estudios de los propios fotógrafos.

 

Artistas como Lord Snowdon, Peter Lindbergh, Steven Meisel, Robert Longo, Nan Goldin, Nick Knight o Philip-Lorca diCorcia son los elegidos por Maier, que obvió a los fotógrafos estrella que dominan el mundo de la publicidad de moda, no porque dudase de su talento, “sino porque es un poco aburrido cuando siempre es el mismo nombre”.
La excepción es quizás Annie Leibovitz, quien hizo las fotos de la campaña otoño/invierno 2013/2014 y que, en palabras de Maier, “no necesita presentación”.

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El arte de la paciencia

 

El periodista de moda Tim Blanks, quién prologa el libro, cuenta que Maier aprendió a mantener esa perseverancia en el tiempo de su maestro Jean-Louis Dumas, cuando trabajaban juntos en Hermés, y que hizo suyo el lema del francés, “pasión y paciencia”, unos atributos que ejercitó para restaurar los valores originales de la firma.

 

Para evolucionar, tienes que reinventar lo que ya tienes”, defiende Maier, quién explotó de nuevo la seguridad y los materiales exquisitos que son emblema de la marca, y que se sintetizan en el eslogan más pegadizo de Bottega Veneta: “When Your Own Initials Are Enough” -en español, “Cuando tus propias iniciales son suficiente”-.

 

Detalles de lujo

 

La primera colección de Maier para Bottega Veneta reivindicó la técnica del “intrecciato”, un trenzado de tiras de cuero que popularizó la firma, al que Broadbent cedió el protagonismo de la campaña.
Para ello, fotografió de forma abstracta un puñado de tiras de la piel, todavía sin tejer, para plasmar el espíritu de trabajo artesanal y la esencia de la marca, una imagen que se convirtió en una de las más destacadas de la iconografía de la firma de lujo.

 

Juergen Teller es el último fotógrafo en colaborar con la marca, tomando la mansión turinesa donde vivió el diseñador Carlo Mollino para poner en escena, en un misterioso ambiente, la colección de la presente temporada.

 

Antes que Teller, fue el turno de Nobu Yoshi Araki, que hizo las fotos de la campaña en su propio estudio de Tokio.

 

Acostumbrado a fotografiar el Japón que se recuperaba de la segunda guerra mundial, entre neones, karaokes y juguetes nipones, sus fotos para Bottega Veneta eran lo contrario a sintéticas y, según Maier, desprendían “recelosa voluptuosidad” con prendas que parecían vivas.

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Entre palacios y oficinas

 

Philip Lorca Dicorcia, por ejemplo, escogió la sede que la firma italiana tiene en Nueva York para, con fotografías en el ascensor, elevar momentos banales gracias a una luz que recuerda a una obra de Caravaggio, en la campaña de otoño/invierno de 2005/2006.

 

Nan Goldin optó por el “ambiente crudo” que le inspiró una casa de Staten Island, para mostrar las prendas y complementos de la marca en fotografías ligeramente fuera de foco y con colores chillones para la campaña de primavera/ verano de 2010.

 

Nick Knight, en cambio, decidió envolver a los modelos en un fondo de colores que recuerda a humo y que evoca un aura de glamur, ochentero y futurista a la vez, para el otoño/invierno de 2008/2009.

 

La portada del libro la firma Robert Longo, responsable de la campaña otoño/invierno 2010/2011 con instantáneas que congelan los movimientos de unos modelos que lo mismo podrían estar bailando una canción que siendo movidos y golpeados por una fuerza invisible