COLBÚN. La mayor plantación legal de cannabis de toda América Latina no está ni en Uruguay ni en México ni en Perú, sino en una zona rural del sur de Chile cercana a la cordillera de Los Andes donde el primer cultivo de mariguana para uso medicinal será cosechado el próximo mes de marzo.
Chile tiene fama de costumbres conservadoras. De hecho, el divorcio era ilegal hasta 2004 y el aborto lo sigue siendo en cualquier circunstancia, incluida violación, malformación congénita del feto y riesgo de vida para la madre.
Sin embargo, ha sido el primero en Latinoamérica en cultivar plantas de cannabis para uso medicinal, con un proyecto que comenzó en el municipio santiaguino de La Florida en 2014 para abastecer a 200 pacientes de cáncer.
“Aunque la gente no lo crea, Chile es pionero en el cultivo de cannabis medicinal”, explica a Efe Ana María Gazmuri, presidenta de la Fundación Daya, organización para la promoción e investigación de terapias alternativas.
Desde el pasado mes de diciembre, el país austral dispone de una legislación que autoriza la elaboración y venta de medicamentos derivados de la planta del cáñamo, una norma que recientemente han adoptado también países como Puerto Rico y Colombia.
La iniciativa, que cuenta con la autorización del gobierno de Chile, transformará los cogollos de las seis mil plantas que crecen en el predio del municipio de Colbún en distintos fitofármacos que serán suministrados de forma gratuita a cuatro mil pacientes.
“El objetivo de este proyecto es generar tres grandes estudios clínicos que serán desarrollados por el Instituto Nacional del Cáncer y dos hospitales”, señala Gazmuri.
La investigación cuenta con la financiación de 20 municipios del país y se espera que pueda beneficiar a pacientes con problemas oncológicos, epilepsia refractaria y dolores crónicos.
“Creemos que este es un paso importante para avanzar en Chile en la generación de ciencia y conocimiento sobre la terapia del cannabis”, asevera la presidenta de Daya.
A diferencia de Uruguay, donde la regulación partió poniendo énfasis en el uso recreativo de la mariguana, Chile se ha centrado en el uso medicinal y según datos de la Fundación Daya, se estima que alrededor de 20 mil personas se benefician actualmente de ello.
El mes pasado, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, firmó un decreto que establece que el Instituto de Salud Pública tiene autoridad para permitir y controlar el uso de cannabis para la elaboración de productos farmacéuticos de uso humano.
La medida cuenta con la aprobación del 86 % de los ciudadanos, según reveló la encuesta Estudio Plaza Pública Cadem, que también evidenció que el 47 % de la población está a favor de la legalización del uso recreativo del psicotrópico.
“(Este decreto) significa un avance en términos de investigación y empleo del cannabis para el uso medicinal y promueve la investigación científica en el país”, señala a Efe la jefa de la Agencia Nacional de Medicamentos de Chile, Pamela Milla Nanjari.
La resolución, que abre la puerta para que la mariguana salga de la lista de drogas duras, establece que los medicamentos derivados de esta planta “podrán expenderse al público en farmacias o laboratorios mediante receta médica”.
En Chile, la mariguana se encuentra actualmente en la lista de drogas duras, lo que significa que su cultivo y porte está penalizado con condenas que van de cinco a diez años de cárcel.
No obstante, el Parlamento chileno está tramitando un proyecto de ley para despenalizar el consumo y autocultivo personal y catalogar a la marihuana dentro del grupo de drogas de menor agresividad.
“Claramente en Chile estamos viviendo un cambio en las políticas y en la percepción ciudadana. Estamos muy satisfechos de que esta transformación se haga ahora, cuando el mundo vive un resurgimiento del cannabis medicinal”, señala Gazmuri, quien se enorgullece de que, al menos en este campo, “Chile vaya por delante”.