TRÍPOLI. El primer ministro del gobierno libio en Trípoli, Jalifa Ghwell, ha ordenado el arresto de cualquier miembro del equipo de seguridad del presidente del Ejecutivo de Unidad Nacional designado por la ONU, Mohamad Fayez al Serraj, que pise el territorio bajo su administración.
Según informa el diario Libya Herald, próximo al gobierno de Tobruk, Ghwell ha ordenado a las fuerzas de la plataforma “Fajr Libya” (Amanecer Libia) que estrechen la vigilancia en la capital y no colaboren con el equipo de Al Serraj.
La orden refuerza la oposición del Ejecutivo de Trípoli a reconocer la autoridad del gobierno de transición designado por la ONU y trata de obstaculizar que este pueda instalar su sede en la capital.
En la actualidad, Al Serraj y el resto de miembros de su administración tienen su base en Túnez.
Hace una semana, y tras reunirse con la alta representante de Política Exterior y Seguridad de la ONU, Federica Mogherini, en Túnez, el primer ministro del gobierno designado viajó a la ciudad libia de Zlinten para expresar las condolencias a las familias de los más de sesenta muertos en un atentado.
Sin embargo, a la salida de la ceremonia fue retenido a punta de pistola por un grupo de hombres que le obligaron a viajar a la vecina Misrata y a abandonar el país tras afirmar que no reconocían su autoridad y que no era bienvenido.
Designado hace dos meses, Al Serraj tampoco ha sido reconocido aún por el Parlamento en Tobruk y según el citado diario, mantiene una relación también difícil con el representante de este gobierno en el Ejecutivo de unidad, Ali Al Qatrani, a causa del llamado “equipo de Seguridad”.
Libia es un Estado fallido, víctima de la guerra civil y el caos, desde que en 2011 la comunidad internacional apoyara militarmente el alzamiento rebelde contra la dictadura de Muamar Al Gadafi.
Desde las últimas elecciones, el poder está dividido entre Tobruk y Trípoli, gobiernos a los que apoyan distintos grupos islamistas, señores de la guerra, líderes tribales y contrabandistas de armas, petróleo, personas y drogas.
Del enfrentamiento se aprovechan grupos yihadistas vinculados a la organización de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y el autoproclamado Estado Islámico, que han ganado terreno y extendido su influencia al resto del norte de África.
Los yihadistas emprendieron hace más de una semana una ofensiva para tratar de hacerse con el control de los puertos petroleros de Sidrá y Ras Lanuf, los más importantes del país, que tienen bajo asedio.