¿Quién iba a pensar que a pesar de situarse una tendencia de baja, el movimiento en los precios del petróleo se iba a acelerar tan rápido y en tan poco tiempo, y que afectaría de tal forma a los mercados financieros mundiales?
En ese sentido, los mercados no están viendo lo que en el corto plazo podría estar sucediendo en torno al desempeño de las economías a nivel global, sino más bien, lo que estaría afectando hacia el 2017 o años posteriores.
Uno de los puntos relevantes que aceleró el movimiento de volatilidad en general fue el levantamiento de las sanciones a Irán que está ya teniendo un impacto en la “sobreoferta” de crudo. Inclusive este país anunció una baja en precios en Europa con la idea de recuperar participación de mercado teniendo un efecto dentro de la caída en los precios del petróleo ya del orden del 25 – 30% en estas tres semanas del año.
En el caso de México, hemos iniciado con una depreciación del peso a una velocidad poco esperada alcanzando nuevos máximos históricos frente al dólar, sobrepasando con una facilidad la barrera de los $18.00.
Hoy la correlación del peso mexicano vs el precio del petróleo es inversa en un 91%, lo que significa que cualquier variación del precio del petróleo estará incidiendo en el tipo de cambio. Sabemos que el gobierno federal no tiene la “capacidad” de frenar esta caída en los precios de la mezcla mexicana que curiosamente alcanza un nivel parecido al tipo de cambio. (Mezcla en torno a USD$20 por barril y tipo de cambio en MXN$18.76 por USD$)
El presupuesto 2016 se realizó en base a un precio de 50 dólares que de una forma “muy responsable y a tiempo” se generó la cobertura correspondiente a 49 dólares por barril por parte del gobierno federal. Sin embargo, hoy los precios del petróleo están 60% por debajo de esta cobertura y se configura un escenario poco alentador para que se recuperen con velocidad y se mantengan en mejores niveles de manera permanente.
Por ello, el mercado está preocupado los futuros ingresos federales en el 2017 y 2018 en donde el nivel de endeudamiento está “acotado” en torno a un 3.0 – 3.5% del PIB, la expectativa de crecimiento de la economía mexicana también está limitada por el entorno internacional a niveles del 2.5 – 3.5% y será difícil tener mayores ingresos por el tema de impuestos con la misma base de contribuyentes.
También vemos que el mercado y “los especuladores” tienen muy bien controlado a Banxico en sus operaciones cambiarias cuando se requieren por las condiciones de presión de acuerdo al valor Fix más el 1.0% o el 1.5% según sea el caso.
Con todo esto es necesario una acción conjunta por parte de la Comisión de Cambios, Banxico y el Gobierno Federal para “ordenar” de nuevo al mercado cambiario. Se necesitaría intervenciones discrecionales sin monto mínimo, el uso de política monetaria ya con aumentos graduales en tasa de interés independientemente de que lo haga cuando la FED suba tasas ( por cierto, hoy las probabilidades de la siguiente alza en el mercado ya se desfasó al menos hacia septiembre próximo) y una reducción adicional en el gasto corriente principalmente que genere “confianza” a inversionistas de que este “choque potencialmente grave”, como lo llamó Agustín Carsten, económico se enfrente muy “responsablemente”.
Esa es la tarea interna que hay que hacer además de aumentar “la base de contribuyentes” que deben pagar impuestos y así hacer un trabajo conjunto población económicamente activa – empresarios – gobierno y le dé más tranquilidad de que la “estabilidad macroeconómica” seguirá siendo una bandera de México ante el mundo.