En el mundo de la cultura popular, 1977 fue clave en muchos sentidos. No solamente fue el año en que el mundo conoció filmes como Star Wars, Encuentros Cercanos del Tercer Tipo o Annie Hall, o cuando partieron celebridades del calibre de Elvis Presley, Charlie Chaplin, Bing Crosby, Maria Callas o Groucho Marx.
Y es que tras la muerte, el pasado 18 de enero, de Glenn Frey, cofundador de la banda californiana junto con Don Henley, el legado de Eagles ha comenzado a ser revalorado con otros ojos… u oídos. La banda, que comenzó como banda de soporte de Linda Ronstadt, es de esas que se aman o se odian. No admite términos medios.
Se le ama bien sea por lo pegajoso de sus composiciones, las extraordinarias armonías tanto vocales como instrumentales que lograban sus integrantes, su descripción de la vida angelina en la década de los años 70, su interesante mezcla entre rock-soul-country o simplemente por haberse convertido en parte del soundtrack de la vida de millones de personas, lo cual de alguna manera se vio reflejado en que son poseedores del segundo disco más vendido de la historia, Eagles Greatest Hits, ubicado sólo detrás del Thriller, de Michael Jackson.
Frey se ha convertido, por derecho propio, en una leyenda del rock, y tuvo (junto con sus compañeros) en Hotel California el punto más alto, la obra maestra en la trayectoria de la banda que, tres años después y tras el lanzamiento de The Long Run, terminó por separarse… al menos durante casi década y media. Si bien el álbum fue lanzado a principios de diciembre de 1976, teniendo como punta de lanza el sencillo “New Kid in Town”, no fue sino hasta el año siguiente que alcanzó la fama que lo llevó a nivel de legendario, particularmente con su segundo sencillo y que le da título al mismo.
En México, y a pesar de que por muchos era catalogado como un grupo de música country, Eagles tuvo a finales de los 70 y principios de los 80 una aceptación que pocas bandas han tenido. En esa época, las emisoras de música en inglés le daban un buen espacio al country, con artistas como Kenny Rogers, Olivia Newton-John, Linda Ronstadt, Juice Newton y otros, pero Eagles sobresalió entre todos ellos. Y “Hotel California” (coescrita por Don Felder, Don Henley y Frey, y cuyo título de trabajo era “Mexican Reggae” debido al sabor latino que muestra en su estructura) se hizo legendaria por muchas razones: se dijo que era satánica, que hablaba de una iglesia liderada por Anton LaVey, que tenía mensajes ocultos, que hablaba de mariguana y drogas y un sinfín de aseveraciones más que siempre quedaron en el nivel de leyenda urbana. Incluso se dijo que el famoso hotel al que hace alusión el tema (y que supuestamente aparece en la portada) se encuentra en Baja California y que ahí fue escrito bajo extrañas circunstancias.
Con una carrera de más de cuatro décadas, que incluyó su etapa solista en los 80, la reunión de Eagles a mediados de los 90, su carrera como actor (Miami Vice, Jerry Maguire) y como creador de temas clásicos como “Take it easy”, “Life in the fast lane”, “Desperado”, “New Kid in Town”, “Take it to the limit”, “One of these nights” y “Hotel California”, el legado de Glenn Frey debe ser revalorizado y ubicado en el lugar que le corresponde, que es dentro de los grandes en la historia del rock.
Quizá para los millenials su nombre no signifique absolutamente nada (ni les interesa conocer, dadas sus características generacionales), pero para millones de personas la voz, las letras y las composiciones de Frey han quedado grabadas en su ADN y formaron parte de su juventud y formación, sin importar si ésta ocurrió en Estados Unidos, México o Australia. Ese es el poder de su música. A final de cuentas, y como el mismo Frey lo citó en la letra de “River of Dreams”: “La gente no se queda sin sueños, simplemente se queda sin tiempo”. El águila ha levantado el vuelo.