Para abrir boca y experimentar nuevos platillos en varios feudos, realizamos un desfile interminable por varios restaurantes; Pita Amor, extravagante estilo de vida; Natalie Cole, y Macri y su liberalidad
Me dediqué en las últimas semanas, después de viajes a Panamá y a Cabo San Lucas, a realizar un desfile interminable gastronómico por feudos nuevos –y otros no– que han tenido la oportunidad de destacar en el increíble mundo de la gastronomía mexicana, patrimonio de la Humanidad, y una de las mejores del orbe. Pero no sólo fui a feudos mexicanos, también visité restaurantes españoles, los mejores de tortas, franceses como el Arturo’s, clásicos como El Estoril de Guillaume y Diana Martin, los nuevos de los Orraca, Fonda Fina y Serrano, y Casa Virginia, de doña Mónica Patiño. La verdad, es muy difícil realizar –u escribir y publicar– críticas culinarias cuando esta bella –y contradictoria—Ciudad de México–, ofrece cientos de restaurantes para el mejor gusto o postor. México está considerado hoy el segundo mejor destino gastronómico del mundo, después de París. Y después de la capital francesa y nuestra capital, vienen Tokio, Barcelona, Madrid, Nueva York, Londres, Milán, San Sebastián, San Francisco, Dallas, Pida Lima, Lisboa, etcétera. Y no se olviden que la comida mexicana es Patrimonio de la Humanidad.
Sé que el mejor restaurante, trattoria, bistró, fonda, etcétera, es el que a usted le guste, pero cuando aparecen las críticas culinarias de gourmets que han viajado y sí saben establecer un balance entre los productos de alta calidad culinaria, presentación, precio-calidad, e ubicación, es cuando a muchos les falla el olfato de no sólo ser un buen gourmet, sino el de haber comido en su propia casa u otras casas de amigos, restaurantes, espacios culinarios desconocidos o sitios en plena calle. Por ende, en esta columna hablaré de los feudos que ahora están dando mucho qué hablar, además de los que antaño fueron célebres, y los clásicos –pocos, muy pocos–, que existen hoy en día. Como el tema es largo, trataré de ser breve.
Hoy, me hablan mucho de El Chapulín, del Hotel Presidente InterContinental (pida tacos de pato), La Cúchara, del Hotel Marquis de los Kallach (feudo español, cuyo mejores platos son pulpo a las brasas y meluza rebosada); Fonda Mayora (hermanito pequeño del Nico’s de Cuitláhuac), de antología; La Porchetta, las mejores tortas del mundo, cuyo dueño tiene también el famoso Agua y Sal (donde todo mundo quería encontrarse a Alejandra Redo), de Campos Elíseos (su torta de cerdo a la Toscana), frente al Marriott-Polanco; El Arturo’s, de Arturo Cervantes, que se colocó entre los mejores franceses de México y en cuya ubicación –calle Cuernavaca, Condesa– se deja ver un público muy exigente de la alta gastronomía mundial; El Estoril, sitio clásico de los hermanos Guillaume y Diane Martin, que además suman con sus feudos Syrah, Mistral, entre otros, y no se me olvida el Carlotta, de Jorge y Maricarmen Ramos (antes Hotel Villa Amazonas); Fonda Fina y Serrano, de la familia de Ramón Orraca; El Puntal, de Pablo San Román (anterior dueño del D.O., y que acaba de publicar un libro), y Casa Virginia, de Mónica Patiño.
Lista interminable de restaurantes de plurales
Sé que muchos me dirán que pasó con el Harry’s Bar Cipriani, Nobu, Sylvestre, Prosseco, Enotek, Mar el Zur, Fran, Loggia, Comensal, La Única, Maison de Famille (léase: Paquita Bouteille), Dulce Patria, Anastasia, Emilio’s, Eloise, Beef Bar, Pie de Cochon, Alfredo di Roma, The Palm, Bice, Becco, Grupo Cassat, los Cardenales (de Tito y Marcela Briz), la Nonna, El Japonés, Tori—Tori, entre muchos más. Todos, van triunfando. Pero ahora hablaré de los famosos que desaparecieron y otros que permanecen –o no– a la deriva: Rivoli, Ambassadeurs, La Cava, Jena, Rivoli, Calesa de Londres, Fouquet’s de París, Le Cirque, Focolare, Mirabelle, La Llave de Oro, Calesa de Londres, Cicero’s, Champ’s Elysées, Chateau Kamach, El Continental, Parador de José Luis, Bon Vivants, Los Danzantes, (lamentablemente falleció Ricardo Lorden), y la lista podría abarcar casi una cuadra de una calle. Pero los clásicos, elegantes y tradicionales como Les Moustaches, Churchill’s, Los Morales, San Angel Inn, Café Tacuba (en otro rubro, Casa Merlos, El Bajío, La Fonda El Refugio, entre otros), continúan en boga.
El New York Times nombró a Les Moustaches, restaurante de restaurantes. No se olvidan los que están en la lista de los mejores del mundo como El Pujol, Quintonil y El Biko. Pero este tema, da para publicar un extenso libro que debe patrocinar un banco o la Secretaría de Turismo de México. Y ni qué decir de los brasileños, Fogó de Chao, Rubaiyat, y todos los argentinos, italianos, chinos, japoneses y lo que le sigue.
Otros temas (candentes y no)
Un breve apunte para informar que Yolanda Pica publicó un extenso artículo de la controvertida Pita Amor, poetisa de gran talento, y prima hermana de Kitzia y Elenita Poniatowska Amor, y de Bernardo Sepúlveda Amor. Muchas personas no sabían de donde procedía el apellido Amor. Se los dejo de tarea. Pero a Pica se le olvidó decir que Pita (en una época de su madurez) iba todos los días a la puerta de la casa de un gran torero, Carlos Arruza, y gritaba con orgullo su amor por el sobrino de León Felipe. Ella fue amiga de Manuel Ávila Camacho, de las Loaeza-Tovar y de los Rivero-Lake, y este columnista.
Finalmente, en menos de seis semanas al frente de la querida Argentina, Mauricio Macri dio un giro radical a muchas de las grandes apuestas que sustentaron la política económica de los 12 años del kirchnerismo radical, y en especial, de la última etapa de una presidenta altiva, poco comunicativa y nada demócrata. La etapa de Cristina Fernández de Kirchner (aseguraban que hasta glaciares había vendido a estrellas de Hollywood), que ya le nombraban la doctora “no”. La mayoría de cambios de Macri anticipan una política más amigable con los mercados y anti-chavista y anti-“madurista”. Y hasta la próxima, ¡abur!